Vida loca y jubilación a los 40
Cada vez más ciudadanos utilizan la cartera en favor del bienestar personal y el social
“Me excita multiplicar mi dinero”, cuenta el ingeniero Anton, de 31 años, al diario alemán Die Zeit. Con su trabajo gana 5.888 euros netos al mes, a lo que suma los ingresos de alquilar seis viviendas y el rendimiento de los cerca de 2.000 euros que invierte mensualmente. Este impulso vital de Anton tiene un motivo: la meta de retirarse antes de la edad legal de jubilación, como seguidor del movimiento Early retirement, que aboga por alcanzar la llamada “libertad financiera”.
Tras la misma promesa, Miguel, exempresario español, me cuenta que siguió durante unos años este movimiento, al que ahora considera “toda una industria animada por gurús, coach y el mundo financiero”. Lo hizo tras vender su empresa hace dos décadas: “Voy a ver si el dinero trabaja por mí”, pensó en ese momento, después de un periodo de especial esfuerzo y algunos sinvivires como emprendedor.
El 73% de los españoles ya pone en práctica decisiones de consumo por motivos éticos o de sostenibilidad
“Hay personas que intentan jubilarse a los 30, los 40 o los 50”, explica, lo que coincide con lo que se cuenta en algunos manuales online. Para lograrlo, hay métodos diversos, con la receta común de invertir e intentar ganar mucho en muy poco tiempo. Unos elevados ingresos en el banco conviven, a veces, con una total austeridad, racionando incluso la alimentación. Todo por el sueño dorado: hay participantes del Early retirement extremo que compatibilizan una cuenta bancaria a rebosar y la vida a base de cereales y pasta.
“Como no sabes cuándo acaba tu tiempo, a lo mejor echas a perder lo mejor de tu vida”, cuenta Miguel. “Hay muchas expectativas, con gente que, por ejemplo, tiene 10.000 euros como base y quiere sacarse 5.000 euros al mes. Con la tecnología actual, se vende incluso que puedes estar tirado en la piscina y ganarte el sueldo del mes invirtiendo. Pero, en este juego, el 90% de la gente pierde”.
Sobre ganadores y perdedores, vuelvo a las cifras que maneja el joven ingeniero Anton para retirarse y me llevan a otras diferentes. También en su país, Alemania, con un no despreciable coste de la vida, una peluquera que haya cotizado cobrando el salario mínimo durante 40 años –toda una vida laboral– tiene derecho a una pensión de solo 514 euros al mes.
El ejemplo lo aportaba recientemente Hubertus Heil, ministro de trabajo, para justificar su propuesta de subir las pensiones hasta 447 euros adicionales a personas que hayan cotizado un mínimo de 35 años y que, aun así, tengan pensiones muy bajas (se estima que son entre 3 y 4 millones de personas en Alemania). “Me parece irrespetuoso e indigno que estas situaciones se produzcan”, ha dicho el ministro para buscar consenso político en algo que, pese a su crudeza, no pone de acuerdo a la sociedad.
Mientras tanto, en el lado positivo, toma vuelo la tendencia de muchos ciudadanos a utilizar la cartera en favor del bienestar personal y el social, como dos realidades no contradictorias, sino que se refuerzan mutuamente. “El 73% de los españoles ya pone en práctica decisiones de consumo por motivos éticos o de sostenibilidad”, revela un informe actual de OCU y NESI. “Observamos la presencia creciente de un tipo de consumidor que se caracteriza por ser cívico y curioso, dar importancia a lo colectivo por delante de lo individual y que trata de ser coherente con sus decisiones (…) No entiende su compromiso como una cuestión de hábitos de compra. Se trata más bien de una forma de estar en el mundo”.
Claro que perviven actitudes individualistas como invertir para maximizar el beneficio a toda costa. Pero, según OCU y NESI, entran en un primer plano otras opciones con potencial transformador, como las finanzas éticas. Estas “promueven un sistema financiero vinculado a la economía real y no a la especulativa”, indica el estudio, y son ya conocidas por el 68% de las 1.200 personas encuestadas, una muestra representativa de la población española y, según estos ciudadanos, utilizadas por un 20%.
Sin quitarle importancia a estos datos, una anécdota me llama la atención más todavía. Si pude conversar con Miguel, el ex seguidor del Early retirement, fue a través de un amigo, que me habló de él al comentarle mi intención de escribir sobre la desigualdad que existe en nuestro mundo, el mismo en el que vive el joven alemán Anton. Tras descolgar el teléfono e identificarme como colaborador de Alterconsumismo y empleado de Triodos Bank, Miguel me sorprendió con algo, antes de hablarme de su experiencia pasada: en la actualidad es cliente de banca ética. Será que algo está cambiando.
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