Cuanto mayor me hago...
Más me maravilla ver amanecer o sentir la lluvia por mi cara. Menos importancia le doy a los achaques, son compañeros del viaje, los tienes que cuidar sin que te absorban todo el tiempo. Menos valoro el dinero. Más sincero me vuelvo, no necesito quedar bien y, aunque quisiera, ya no tengo tiempo de cambiar. Más acepto a mi compañero inseparable de viaje: mi cuerpo; a pesar de sus limitaciones de movilidad, de visión y de memoria —incluidas sus arrugas—, todas son aceptadas como heridas provocadas por el largo camino que hemos hecho. Más intento tener una disposición optimista de la vida; no hará que viva más, pero seré más feliz. Más estoy convencido de que el paso por la vida es como subir una larga escalera: los primeros peldaños son inseguros; luego sigues rápido hasta que tomas conciencia de la peligrosidad de la altura y empiezas a ir con cuidado.
Valentí Miró. Barcelona
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