¿Por qué los adolescentes se hacen heridas y cortes y suben las fotos a las redes sociales?
La prevalencia de estos comportamientos ha aumentado considerablemente en los últimos años. Es una tendencia que preocupa mucho a padres y expertos
La llegada de la adolescencia supone un aumento de los temores por parte de los padres: el alcohol, las drogas, el uso de las redes sociales, el precoz inicio de la actividad sexual, los desordenes alimenticios… La vida de los adolescentes parece estar rodeada de peligros. A todas estas situaciones de alarma hay que añadir una más: las autolesiones. No es algo nuevo. Pero sí lo es el aumento de su prevalencia. Aunque no hay muchos informes al respecto, un reciente artículo publicado en Actas españolas de psiquiatría refiere que “En Europa, el 27,6% de los adolescentes reporta haberse autolesionado al menos una vez en la vida (con diferencias entre países: del 17,1% en Hungría hasta el 38,7% en Francia), y el 7,8% haberlo hecho de manera recurrente. En una muestra de 8.300 estudiantes universitarios americanos (de entre 18 y 24 años), los autores hallaron que el 17% de jóvenes se había autolesionado al menos una vez en la vida y que el 75% de estos lo hacía de manera recurrente”. Es decir, parece que se está convirtiendo en una práctica relativamente habitual: la Universidad de Manchester afirma que ha aumentado un 68% en solo tres años, en niñas de 13 a 16 años.
Una de las razones podrían ser las temidas redes sociales. Lo explica Mercedes Bermejo, Psicóloga Infantojuvenil y Psicoterapeuta Familiar, directora de Psicólogos Pozuelo: “Las nuevas tecnologías han potenciado las autolesiones no suicidas por contagio, que incluso han generado modas de autolesionarse. A través de las redes sociales hay una tendencia al exhibicionismo, a mostrar todo lo que uno hace, hasta sus estados emocionales más profundos. Es una manera de canalizar el sufrimiento, o incluso de pedir ayuda o transmitir sufrimiento. Conviene identificar y dar respuesta a estas llamadas de socorro”. Ricardo Camarneiro Silva, psiquiatra en el Hospital Infantil Niño Jesús asegura que incluso en algunos casos, “las autolesiones pueden proporcionar una manera de relacionarse”.
Conductas no suicidas
Así las cosas, cuando un padre descubre que su hijo o hija adolescente se autolesiona, el mundo se le cae encima. Y el sentimiento de culpa, también. No hay motivos para sentirse culpable y sí muchas cosas que entender del comportamiento del pequeño. Como los motivos que les llevan a hacerlo. “Es una forma de desconectarse de su propio sufrimiento. Suele realizarse en momentos de elevado nivel de angustia, con limitados recursos para resolver sus problemas. Es probable que sientan mucha soledad, y haya una alteración de su autoconcepto. Suele practicarse cuando están solos y experimentan ideas o emociones negativas, y suele haber un acontecimiento externo que lo intensifica”, dice Bermejo.
Los adolescentes que se autolesionan suelen tener “baja autoestima y dificultades en la expresión emocional. En algunos casos encontramos experiencias traumáticas acontecidas en la infancia que resurgen en la adolescencia con mayor intensidad, añadida a todos los cambios (físicos, hormonales, emocionales…) que acompañan a esta etapa tan compleja. Suele presentarse en adolescentes con dificultades en la autorregulación emocional, altos niveles de malestar, problemas de identidad, inestabilidad emocional, altos niveles de ansiedad, ira, agitación…”
Camarneiro Silva encuentra que en estas prácticas también puede haber “una estrategia para aliviar emociones negativas y excitación afectiva, pueden constituir un grito de ayuda o un medio de evitar el abandono o una expresión de la ira hacia sí mismo”. Aunque es importante saber que no son conductas que busquen el suicidio: “Las personas que se autolesionan no están necesariamente en riesgo de suicidio, habiendo muchos que nunca intentan suicidarse o tienen pensamientos suicidas”.
Comunicarse con los hijos sigue siendo el mejor modo de prevenir en la medida de lo posible estos comportamientos, pero también de superarlos. Por eso la directora de Psicólogos Pozuelo aconseja a los padres mantener la calma cuando se enteran de que su hijo se autolesiona. Primero porque no siempre suponen un comportamiento recurrente. Dice el psiquiatra del Niño Jesús: “Solo una minoría va a autolesionarse crónicamente. Uno de los factores que perpetúa las autolesiones es la comorbilidad de otro trastorno psiquiátrico”. En segundo lugar, porque, asegura Bermejo, “tu hijo te necesita más que nunca, desde el cuidado y protección, no desde la angustia y sobreprotección. Conviene hablar con él para saber si necesita ayuda profesional (psicólogo especializado) o quiere hablar sobre lo que necesita y cómo podéis ayudarle. Muéstrate preocupado, pero no le grites ni lo amenaces o acuses. Y muéstrale amor incondicional desde la contención, la presencia, el afecto”.
Tipos y género
La autolesión más llamativa y habitual son los cortes en los brazos y las muñecas, generalmente asociado a la autolesión femenina. Pero eso no significa que sea una práctica ‘de chicas’. “Aunque históricamente siempre se han relacionado las autolesiones con el sexo femenino, los estudios realizados al respecto no muestran una diferencia notable entre hombres y mujeres, aunque sí es cierto que en este último grupo se suele dar de forma más habitual”, comenta Mercedes Bermejo. De hecho, un estudio de la Facultad de Psicología y Educación de la Universidad de Deusto, el 58% de las chicas entre 12 y 19 años se produce lesiones de algún tipo, mientras que en el caso de los chicos la cifra es algo menor: el 53,3%.
La principal diferencia entre sexos está en los métodos, aunque es habitual emplear más de uno, dice Bermejo: “Mientras que las adolescentes tienen tendencia a utilizar métodos que implican ver sangre: como por ejemplo cortes, o rascarse de forma grave; los hombres se autolesionan mediante golpes con los puños, con la cabeza o incluso con quemaduras”. El cutting es el acto de cortarse las muñecas hasta producirse heridas superficiales. “En un principio los cortes son muy pequeños, pero gradualmente se van realizando con mayor frecuencia e intensidad ante cualquier situación estresante externa. El objetivo es lograr disminuir ese malestar interno, no sienten ni placer, ni dolor, pero es un acto que contrarresta el sufrimiento que en muchas ocasiones sienten”.
Precisamente su sufrimiento debe estar presente a la hora de hablar con los chavales de ello. Dice Camarneiro Silva que los chavales deben saber que “los profesionales somos conscientes de que las autolesiones en mayoría de los casos forman parte de unos problemas más amplios, y que les ofrecemos comprensión y ayuda”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.