La vida en una maleta
Viuda desde los treinta, se relacionaba con dificultad con sus familiares con los que estaba a la greña a menudo
A Lola, noventa y dos años, le alcanzó finalmente el fatídico alzheimer. Hasta entonces había
vivido sola en un modesto refugio urbano que alguien de su entorno había calificado de
cuchitril pero que ella consideraba suficiente e incluso confortable.
No le gustaba la cocina ni la faena doméstica. Desde muchos años antes de su vejez se las había
arreglado para conseguir el sustento con el socorro de algunos familiares que cada fin de
semana le acarreaban viandas en unos adminículos que ella llamaba fiambreras.
Lo suyo era escribir, leer y debatir, aunque esto último en su época no se llamaba así. Escribía
de forma deficiente, sin embargo, con letras muy ortodoxas y sin faltas de ortografía. Leer, por el
contrario, era su placebo. Lo hacía muy bien con entonación y todo en cada frase, enfatizando
cada una como si fuese la última y definitiva.
Viuda desde los treinta, se relacionaba con dificultad con sus familiares con los que estaba a
la greña a menudo. Enemiga de las pamplinas, su carácter aguerrido e independiente no
favorecía el cariño pero no parecía importarle.
Muy avanzados sus ochenta años, se afilió a una extraña religión fundamentalista cuyos
preceptos sin embargo no cumplía.
Cuando la atención a sus necesidades corporales lo requirió, los jóvenes de "su iglesia" Ie
ofrecieron acogida en una casa que disponían para esos menesteres. Eran magníficos esos
chavales. La recogieron un buen día de invierno y Lola metió todas sus cosas en una sola
maleta. Mi vida entera en una maleta, pensó entristecida.
Y tú, ¿qué piensas sobre los jóvenes de hoy?, le habrían preguntado a Lola, que se entendía
mejor con estos que con los mayores y que detestaba que la llamasen abuela. Que son
estupendos, mucho mejores que los de mi tiempo.
Y tú, ¿qué piensas de la sociedad de hoy? Que es más solidaria y acogedora que la de mi
tiempo.
Y tú, ¿qué piensas de la España de hoy? Que a pesar del basural diario, es mejor que la de mi
tiempo incluso en sus defectos.
Esta tribuna es una colaboración de un lector en el marco de la campaña ¿Y tú qué piensas?. EL PAÍS anima a sus lectores a participar en el debate. Algunas tribunas serán seleccionadas por el Defensor del Lector para su publicación.
Los textos no deben tener más de 380 palabras (2.000 caracteres sin espacios). Deben constar nombre y apellidos, ciudad, teléfono y DNI o pasaporte de sus autores. EL PAÍS se reserva el derecho de publicarlos y editarlos. ytuquepiensas@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.