Cómo es la vida de la española Amarna Miller después de dejar el porno
Con 19 años se fue de casa de sus padres para convertirse en la actriz de su género más buscada; con 20 sufrió maltrato; con 26 dejó el porno. Hoy, esta licenciada en Bellas Artes, trata de encauzar su vida con una certeza: "Llevo un estigma que irá conmigo toda la vida"
Hace poco más de dos años, Amarna Miller (Madrid, 1990) era la actriz que más buscaban los usuarios españoles en el portal pornográfico más importante a nivel mundial: PornHub. Unos meses después, Miller abandonaba el cine para adultos sin hacer mucho ruido —en ningún momento realizó un comunicado anunciando su retirada—, pero muy segura de que su decisión no tenía marcha atrás. En este tiempo, Amarna ha viajado por el mundo, ha rodado una película convencional (Contigo no, bicho), ha vivido en una furgoneta con la que ha recorrido EE UU y se ha iniciado como youtuber. Sin embargo, sigue arrastrando un lastre del que ella reconoce que va a ser difícil desprenderse: "Haberme dedicado al porno es un estigma que irá conmigo toda mi vida".
La historia de esta chica de ojos azules y mirada aniñada es de todo menos convencional. Se inició en el cine para adultos con solo 19 años. ¿La razón? Ella asegura que fue porque tenía la libido muy alta y este era el trabajo perfecto. No empezó en el porno por necesidad. Empezó porque le apetecía. Siempre había fantaseado con la idea de dedicarse a algo relacionado con el trabajo sexual y el porno acabó convirtiéndose en ese algo. La franqueza de Amarna descoloca: lo que dice es crudo, pero lo expresa con suavidad y sin exhibicionismos.
“Haberme dedicado al porno me ha perjudicado mucho. A nivel emocional ya me lastra. Aguantar en el negocio y salir emocionalmente entera es muy complicado. A los ojos de la sociedad, aquello que tiene que ver con la sexualidad parece atractivo, pero a la vez es algo malo que no sabemos gestionar mentalmente. A mí me ha compensado. No quiero ser victimista. Estoy orgullosa de haber sido trabajadora sexual, por eso no me he cambiado el nombre: sigo siendo Amarna Miller, el nombre que utilicé cuando entre en el porno", afirma la joven. Debe su alias a una región oriental del río Nilo llamada Amarna y a Henry Miller, escritor al que lee con devoción desde que era adolescente. Estas inquietudes literarias (durante años tuvo un blog donde escribía casi a diario) y artísticas (es licenciada en Bellas Artes) le convirtieron, como ella misma ha afirmado en más de una ocasión, en una rara avis dentro de una industria poco dada a alardes intelectuales.
"Salir emocionalmente entera del negocio del porno es muy complicado. A los ojos de la sociedad, aquello que tiene que ver con la sexualidad parece atractivo, pero a la vez es algo malo que no sabemos gestionar mentalmente. Pero a mí me ha compensado. No quiero ser victimista"
En esa huida hacia delante, Amarna apenas da entrevistas y cuando las concede no quiere que se le pregunte sobre su pasado en el porno. Es lo primero que nos señalan sus representantes (tiene dos) al concertar esta entrevista. Sin embargo, para descubrir a Amarna Miller, una mujer que ha luchado por un porno ético y feminista y ha hablado sin tapujos sobre la precariedad de esta industria, hace falta dedicar tiempo a la profesión que la colocó en la palestra. A pesar de las reticencias iniciales, Amarna lo hace de buena gana. "Dejé el porno porque me fui quemando. Los primeros años para mí era un hobby. Luego se convirtió en un trabajo, pero un trabajo que me gustaba mucho, al que iba con ganas. Y, llegado cierto punto, cuando me planteé dejarlo, empezó a ser un trabajo al que no me apetecía ir. Decidí tomarme un descanso y cuando paré me di cuenta de que no quería solamente parar. Quería dejarlo. No me veía siendo actriz porno a los 40 años, así que sabía que este momento llegaría antes o después ", reconoce Amarna.
El porno ético que Amarna, feminista declarada, llevó por bandera durante sus años en activo es un género donde se crea un ambiente de trabajo seguro, sano y consensuado. Donde, además, se trata con respeto, y en igualdad de condiciones, a los actores y actrices, a los que se transmite que su trabajo es valioso. Algo muy distinto al porno tradicional, eminentemente machista.
Para entender quién es hoy Amarna Miller primero hay que conocer a Marina, la niña introvertida y solitaria de Vallecas (popular barrio de Madrid) a la que sus padres exigieron ser adulta antes de lo que procede. Marina es el nombre real de Amarna (el apellido es lo único que esconde a día de hoy). Y Marina sufrió bullying, creció sin ver la televisión y durante años no supo cómo relacionarse con otros niños. Sus padres no la dejaban ver la tele. A cambio, leía y hacían otro tipo de actividades, como juegos de mesa, ir a museos... "Mi infancia y mis años en el colegio fueron muy complicados porque mis padres son muy raros. Me incentivaron mucho la faceta intelectual, pero me faltó contacto con el mundo. Soy hija única y vivía en una burbuja. En clase me sentía rechazada porque en casa, con ocho años, se me pedía que fuera adulta. Esto a la hora de sociabilizar con niños de tu edad es muy complicado porque no estás al mismo nivel de experiencias. Yo era la rarita en el colegio. Pero acabé superando estas trabas y todo esto me convirtió en una persona fuerte e independiente", confiesa.
Sus padres no le dejaban ver la televisión y durante años no supo cómo relacionarse con otros niños: "Mis años en el colegio fueron muy complicados porque mis padres son muy raros. Me incentivaron mucho la faceta intelectual, pero me faltó contacto con el mundo"
A los 19 años se fue de casa de sus padres; un año después sufrió malos tratos por parte de su pareja. Esta emancipación tan temprana hizo que durante un tiempo la relación con sus progenitores no fuera la mejor. Todo se agravó cuando se empeñó en no ocultar a sus padres su nueva profesión. Aquello les distanció más. "Pero pasado el tiempo se dieron cuenta de que soy una persona con los pies en la tierra y de que esto no era una arrebato adolescente. Nuestra relación ha ido mejorando y ahora estoy muy bien con ellos".
Como otros adolescentes de la época, Amarna descubrió su sexualidad a escondidas. Sus padres no le dieron nada parecido a una educación sexual y ella no encontró respuestas en ningún sitio. "Cuando salía una escena un poco subida de tono en la tele mis padres cambiaban de canal. Esto, de una forma sumergida, lo que me estaba enseñando es que ahí había algo malo, pero no sabía el qué porque nadie me había dicho: ‘Esto es malo'. Las primeras imágenes que me mostraron lo que era la sexualidad fueron las de la revista El Víbora. Abría las páginas y pensaba: ‘Ostras, este era el gran secreto", recuerda.
Tal y como expone un reportaje publicado recientemente en El País Semanal, el porno se ha convertido en la educación sexual del siglo XXI. El sexólogo Iván Rotella encuentra en las clases de educación sexual que imparte en un instituto público de Avilés que los adolescentes toman los vídeos que inundan la Red como verídicos manuales de instrucciones. Los menores creen que estas grabaciones dan las claves sobre cómo debe discurrir un encuentro sexual. Algo que Amarna, conocedora de la industria, encuentra peligroso. "A los adolescentes hay que explicarles que lo que encuentran en internet sobre sexo está extremadamente sesgado. La barrera entre la ficción y la realidad en la Red es muy difusa. Si yo tuviera que educar sexualmente a un adolescente trataría de hablar de sexo de una forma natural, sin tratar el tema como si fuese algo oculto”.
Esta infancia solitaria, su pasado como actriz porno y otros episodios de su agitada vida le han valido para grabar varios de los vídeos que actualmente publica en YouTube, actividad que se ha convertido en su nuevo trabajo. "Esta plataforma me permite hablar de una manera divulgativa de temas que necesitan un altavoz. Puedo decir las cosas que realmente quiero decir de la manera en que quiero decirlas. En resumen, hago los vídeos que a mí me gusta consumir". ¿Cómo se convierten estos vídeos en su fuente de ingresos? "El beneficio económico lo obtengo a través de Patreon. Las horas que empleo en planear, grabar y editar mis vídeos las veo pagadas a través de esta plataforma de mecenazgo. Cada mes recibo una cantidad de dinero a través de una serie de usuarios que marcan el dinero que quieren darme. Esta aportación va desde un euro hasta cincuenta euros mensuales".
Entre los vídeos de su canal de YouTube, que roza los 300.000 seguidores, destaca uno donde Amarna relata con todo detalle, y durante 45 minutos, la relación de malos tratos físicos y psicológicos en la que se vio inmersa a los 20 años. "Salir de aquello fue como salir de una adicción, como salir de la heroína. Decidí hacer este vídeo porque cuando les contaba a mis amigos que había sido maltratada todos me decían que no entendían que esto me hubiera pasado a mí siendo una tía independiente y empoderada. Al final, siempre me veía explicando lo mismo, que el lavado de cerebro que te hace un maltratador es tan brutal que te anula", argumenta.
"Los primeros años para mí era un 'hobby'. Luego se convirtió en un trabajo, pero un trabajo que me gustaba mucho, al que iba con ganas. Y, llegado cierto punto, cuando me planteé dejarlo, empezó a ser un trabajo al que no me apetecía ir"
Con este vídeo, Amarna quería denunciar a un tipo de maltratador menos explícito. "Lo mío fue una manipulación emocional y psicológica maquiavélica. Mi maltratador era guante de seda. Hasta el punto de que yo realmente no me daba cuenta de que estaba siendo maltratada. Es más, yo no lo llamé maltrato hasta mucho tiempo después de dejarle”. Tras esa relación, confiesa que tuvo suerte.
Empezó una relación con un chico "maravilloso" que le enseñó cómo se quiere a alguien de forma sana. "Me dio muchísimo cariño y me ayudó a recomponerme en un tiempo récord", apunta. Esa relación terminó, como terminan tantas otras sin mayores dramas. Amarna es poliamorosa —mantiene relaciones abiertas— y se considera bisexual. Cuando se independizó de sus padres, a los 19 años, se fue a vivir con la que entonces era su novia. Actualmente sale con un chico con el que convive en el centro de Madrid.
Pero crear contenido para YouTube no es lo único a lo que se dedica desde que dio carpetazo a la industria pornográfica. Amarna, que estudió Bellas Artes en la Universidad Europea de Madrid y se especializó en Fotografía, desea explotar su faceta artística. "Quiero dedicar gran parte de mi tiempo a comunicar a través de la creación artística. Ahora estoy reeditando Manual de psiconáutica, un libro de poemas y fotografía que publiqué en 2015", señala. Además, está escribiendo un libro.
¿Cuánto dinero ganó en ocho años dedicada al cine para adultos? A pesar de ser la actriz porno española más popular, de su proyección mediática (presencias en programas como Chester, de Risto Mejide; revistas como Jot Down, o podcast populares como Carne Cruda), no tiene una gran cuenta corriente. Hace unos meses, David Broncano le preguntó, en su programa, La resistencia (Movistar+), cuánto dinero tenía en el banco. Amarna respondió: "15.000 euros". "Cualquier idea que pueda tener la gente de lo que cobra una actriz porno es infinitamente nada en comparación con lo que cobra una actriz convencional por aparecer 20 minutos en una serie de televisión. Es una industria precaria. Es un trabajo complicado porque no está regulado y esto hace que vivas en una situación constante de estrés. No es dinero fácil", asegura. Esta ausencia de regulación a la que hace mención se traduce en contratos abusivos donde los actores no tienen ningún control sobre las manos en las que acabarán las escenas rodadas, su imagen o el nombre con el que aparecerán en los créditos, por ejemplo.
"Cuando les conté a mis amigos que había sido maltratada me decían que no entendían que esto me hubiera pasado a mí siendo una tía independiente y empoderada. Pero el lavado de cerebro que te hace un maltratador es tan brutal que te anula"
Según un estudio realizado por la Universidad de Navarra, la industria pornográfica genera unos ingresos anuales de 2.500 millones de euros solo en Estados Unidos. En este país es donde más avanzada y regulada está esta industria. Allí una actriz porno puede cobrar 800 euros por vídeo (el equivalente a un día de trabajo), mientras que en España la media por vídeo está en 300 euros.
Durante la entrevista, en un local del centro de Madrid, Amarna apenas ha podido probar el refresco de Coca-Cola Zero que ha pedido. Ha pasado más de una hora contestando de forma extensa a cada pregunta sin darse tregua para beber entre respuesta y respuesta. En cuanto se apaga la grabadora, Amarna salta como un resorte. Coge el bolso y el móvil, que protege con una funda con forma de limpia cristales, se pone el abrigo y se despide agradecida y atropellada. Ha quedado y llega tarde...
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