16 fotosMyanmar: pobreza y riqueza en la misma orillaUn crucero de lujo que atraca frente a un poblado de pescadores en Myanmar es solo uno de tantos ejemplos de desigualdad extrema que surcan el continente asiáticoAndrés GutiérrezMyanmar - 19 mar 2019 - 00:00CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEn los días festivos, los niños colaboran en las tareas de casa, acompañan a sus padres a trabajar o a sus madres a lavar. Los pequeños aprovechan la colada para ducharse en la orilla del río.Las mujeres del poblado llevan la ropa usada de sus casas a la orilla del río. Allí, junto al lugar donde atraca el crucero, hacen su colada cada mañana. El agua que consumen es agua hervida del río, para cocinar o para tomar té, por lo que basta acercarse a la orilla para abastecerse. Una mujer termina de hacer la colada en la orilla del río, justo a los pies del crucero de lujo The Strand Cruise, en Old Bagan, Myanmar. Tanto para cocinar como para preparar té, las mujeres se encargan de hacer una pequeña hoguera que luego sofocan con un poco de agua del río. A pesar de su condición, siempre tienen la tetera cargada con agua y unas hojas de té chino que ofrecen a todo el que se acerque a sus hogares.El fútbol es el deporte más popular entre los niños del lugar, y aprovechan para jugar durante las tardes y los días libres en la arena de la orilla del río. Mientras unos juegan, otros hacen guardia para salir corriendo a intentar vender postales a los turistas que bajen del crucero. Cuando una madre llama a uno de sus hijos, casi todos le acompañan, pues puede tratarse de fruta que compartirán entre todos. En sus bolsos que cargan cruzados llevan postales de Myanmar para vender a los turistas y a veces billetes en otra moneda (como dólares o euros) para intentar que les cambien por kyats, la moneda nacional. Las madres preparan zumos con fruta y agua en grandes barreños para dar un vaso a cada niño. Paopa prepara un té y calienta unos cacahuetes en la terraza de su casa a la que sus vecinos siempre están invitados. Cuentan historias de cómo han tenido que matar algunas víboras en su terraza mientras en el gesto de las mujeres se dibuja el miedo y los niños escuchan con atención.Las motocicletas son los vehículos más comunes en las calles de Bagan, también hay carros con caballos como atractivo turístico y algunas furgonetas que funcionan como autobuses para transportar a los lugareños de un núcleo de población a otro. Por eso, un coche de gama alta es muy llamativo y es señal de turismo de lujo. Cuando los niños ven llegar estos coches al poblado, sacan sus postales a toda prisa a ver si hay suerte y consiguen vender alguna. Suelen pedir mil kyats por postal, unos 60 céntimos de euro, aunque muchos turistas ni les hacen caso. Según dicen los niños, rara vez les compran alguna.La orilla del río desborda actividad durante las mañanas de los domingos. El crucero atraca junto a los barcos de pescadores, las mujeres lavan sus ropas y las de sus maridos y niños. Los más pequeños juegan en la arena.Muchos turistas bajan del crucero y atraviesan deprisa el poblado, huyendo de niños con postales. Otros se paran a hacer fotos y vídeos de cómo viven los lugareños. Cutchuna bordea el crucero con su barca y sale a pescar justo antes de la puesta de sol.Las mujeres se reúnen para pesar el pescado. Algunas, cuyos maridos trabajan en la construcción o se dedican a otro oficio, compran a los pescadores locales. Paopa y su hijo mayor, Koko, acompañan a Cutchuna una tarde de pesca en el río.El hombre recoge sus redes y desenreda los peces que quedaron atrapados en ellas. A su regreso, irá a venderlo a Nyang U. Casi nunca se quedan el pescado en casa, pues es más rentable venderlo y comprar verduras y frutas para alimentar a su familia.