Bienvenidos al progreso
Hace unos años, cuando en mi casa entró el robot que barre los suelos, la señora que hacía la limpieza me dijo: “¿Y ahora qué voy a hacer yo?”. En casa de mi hija ocurrió algo parecido, la empleada de hogar daba patadas al robot, lo dejaba descargar para que no funcionara, hasta que un día lo estropeó. Pienso que veían mermar sus horas de trabajo. He recordado esto viendo cómo se portan los taxistas hoy; la única diferencia es que los empleados de hogar no hicieron huelga para protestar contra todos los electrodomésticos que iban entrando en las casas. ¿Nos podemos imaginar un hogar sin ellos? Creo que los taxistas tampoco.
Isabel Diez Velasco
Burgos
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