Este es el inventor del plumas ultraligero que lleva todo el mundo
Claudio Marenzi, presidente de Herno, cuenta cómo ha multiplicado por 100 la facturación de su empresa sin perder de vista el suelo (ni los abrigos)
“Recuerdo ir en triciclo por la fábrica, jugando entre los tejidos cuando era pequeño. En aquella época, la familia y la empresa eran una sola cosa”. Claudio Marenzi (Novara, Italia, 1962) rememora así su infancia en Herno, la empresa textil que su padre, Giuseppe Marenzi, fundó en 1948 a orillas del lago Maggiore (la bautizó en honor al río Erno, que desemboca precisamente allí). En aquel mismo año entró en vigor la Constitución italiana, una coincidencia que Marenzi subraya especialmente ahora que ambos, negocio y Ley Fundamental, cumplen 70 años. “Formamos parte de las empresas que construyeron el mito del made in Italy después de la guerra”, explica. “El futuro sin memoria está vacío”.
“Debemos alcanzar a un consumidor final que no compre nuestros abrigos para ser más guapo, más rico o más inteligente, sino para vivir mejor y protegerse del agua y del frío”
Y precisamente es la memoria lo que Marenzi ejercita en L.I.B.R.A.R.Y., una exposición sobre la historia de la firma italiana que coincidió con la edición más reciente de Pitti Uomo, la feria de moda masculina organizada por una institución, Pitti Immagine, que Marenzi también preside desde 2017. No es casualidad. La industria textil italiana está llena de emprendedores, pero muy pocos pueden presumir de la meteórica trayectoria de Marenzi, que en 2005 se puso al frente de una empresa familiar que llevaba años produciendo prendas de abrigo para terceros en lugar de desarrollar su propia marca. Eso fue lo primero que quiso remediar. “En 2005, después de grandes discusiones, decidimos cambiar de rumbo. La familia me dio su confianza, aunque no estaban muy convencidos de que lo lograra”.
Marenzi recurre a las cifras para narrar lo sucedido en estos años. “En 2005 facturábamos siete millones de euros, pero de esa cantidad solo una pequeña parte, menos de un millón, correspondía a nuestra propia marca, Herno. En 2008 la proporción era el 50%, y en 2010 dejamos de trabajar para terceros. En 2017 hemos facturado cerca de 100 millones de euros. Eso significa que, en 12 años, hemos multiplicado la facturación de nuestra marca por 100”. ¿No le dan vértigo estas cifras? “Dicho así parece enorme, pero digamos que el coche ya tenía motor. Yo solo tuve que encenderlo y moverlo, no construirlo de cero”.
Para los clientes de medio mundo, Herno es sinónimo de abrigos ligeros, resistentes y prácticos. Marenzi recuerda que fueron los primeros en inyectar la pluma directamente. O que utilizaron el termosellado antes que nadie. “El giro copernicano se produjo en 2010, cuando logramos aligerar los plumíferos e inventamos un género. Ya no hay vuelta atrás. Hoy nadie se atrevería a hacer un plumífero pesado, porque los de hoy son tres veces más ligeros que hace 20 años”.
Hablar de cualidades físicas y técnicas en una época en que buena parte de la moda italiana ha diversificado su oferta hasta el infinito es toda una declaración de intenciones. “Debemos alcanzar a un consumidor final que ya esté de vuelta del lifestyle. Que no compre nuestros abrigos para ser más guapo, más rico o más inteligente, sino para vivir mejor y protegerse del agua y del frío”, explica. “Por eso nuestras campañas actuales no tienen modelos, sino prendas colgadas de un gancho. Es un gesto que viene del arte contemporáneo, y que quiere decir eso. Mira mi producto. Si te gusta, cómpralo. Si no, déjalo, pero no pienses que por llevar un abrigo vas a ser una persona diferente”.
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