La Declaración Universal de Derechos Humanos
Al leer hoy la declaración, cuesta creer que los 56 países miembros de Naciones Unidas se pusieran de acuerdo aquel 10 de diciembre de 1948 para firmarla. Vista hoy, sirve como botón de muestra del retroceso que vivimos en cuanto a lo que consideramos o no un derecho universal: en pocas ocasiones nos encontramos con que aspiraciones proclamadas 70 años antes nos parezcan vanguardistas a la luz de nuestra realidad presente. Y no se limitaron a declarar derechos sino que se comprometieron a “promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. ¿Progreso social, con los contratos basura? ¿con la precariedad laboral que ha hecho emerger una nueva clase social: la clase trabajadora pobre? Me queda una duda: si fuera vinculante, ¿la aprobaría hoy el Parlamento español?
Patricia Posadas Suquía. Arinaga, Agüimes (Gran Canaria)
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