Quién debe ganar en Andalucía
Dependiendo de la referencia, esta comunidad autónoma es cola del león o cabeza del ratón
Para las elecciones del domingo, los andaluces tienen muchas encuestas, pero pocos datos. Hay predicciones sofisticadas de los escaños que puede obtener cada partido en cada provincia. Pero la información sobre el desempeño de la Junta en áreas claves (como sanidad, educación o servicios sociales) es pobre. Y, además, de parte.
Los grupos políticos se lanzan cifras incomparables. Por un lado, sobrevaloran lo que un Gobierno regional puede hacer. La oposición esgrime los macrorresultados socioeconómicos (en empleo, competitividad o educación) en los que Andalucía aparece en el furgón de cola de las autonomías. Y los socialistas responden contrastando el progreso de Andalucía en las últimas décadas con el relativo estancamiento del Mezzogiorno italiano. Dependiendo de la referencia, Andalucía es cola del león o cabeza del ratón. Pero es que, además, la posición de Andalucía en esos indicadores de bienestar regional depende también de fuerzas fuera del alcance de la Junta.
Por otro lado, los partidos infravaloran la capacidad de un Gobierno autónomo, focalizándose en microdatos que les permiten hacer comparaciones interesadas. Por ejemplo, la oposición critica la sanidad andaluza subrayando el bajo gasto por habitante. Y los socialistas se enorgullecen del sistema educativo porque la matrícula universitaria en Andalucía cuesta siete euros, y, en Madrid, 1.500. Estos números aislados no permiten evaluar el rendimiento de la Administración andaluza, ni de otras autonomías, en sanidad, educación o en la política que más interese a los votantes. Los sistemas multiniveles de gobierno, como el Estado autonómico español, necesitan organismos públicos independientes que procesen las miles de cifras generadas por la acción gubernamental de nuestros entes regionales y locales. Y elaboren informes rigurosos sobre el rendimiento de políticas públicas específicas para ver quién lo hace mejor.
Sin Presupuestos en el Congreso (ni en el Parlament), Andalucía se ha convertido en un accidental campo de batalla de la política nacional. Pero el fallo de esta campaña electoral no es que los partidos “no hablen de los problemas de los andaluces”, sino que no se puede hablar cuando faltan los datos sobre los que discutir.
Con tanta encuesta sobre los candidatos y tan poca información sobre las políticas, los andaluces saben quién va a ganar, pero no quién debería ganar. @VictorLapuente
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