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Cada vez más rápido

Cuando el mundo cambia tan deprisa, es hora de pararse a leer

Un joven consulta la edición web de EL PAÍS.
Un joven consulta la edición web de EL PAÍS. Luis Sevillano

Cada vez más rápido, más cantidad, desde más dispositivos, a través de más medios. La conectividad ha abierto el grifo de la información, pero de una manera tan brusca que las noticias llegan a los ciudadanos arrastrando confusión, medias verdades o incluso mentiras completas. Cuando el mundo cambia tan deprisa, es hora de pararse a leer.

“Cuando se produce una inundación, una riada, lo primero que falta a la población es el agua potable. Parece una ironía, pero así sucede. Con la información ha ocurrido algo similar. Ante la riada de informaciones variadas, múltiples, casi masivas, torrenciales, resulta complicado encontrar información potable, razonada, precisa, contrastada”, expone escritor, periodista y director de cine David Trueba, firma habitual de la sección de Opinión de EL PAÍS. Internet es el principal canal de comunicación y a través de él se vierte un volumen ingente de noticias. El tiempo que los lectores pasan conectados varía según el estudio y el país, pero la plataforma Hootsuite estima que los españoles invierten 5 horas y 20 minutos al día en la Red y este dato no para de crecer.

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El embiste de los impactos informativos en este y otros canales es tal que puede incluso llegar a determinar el voto de los usuarios, tal y como se ha visto en el caso de la venta de datos de Facebook a la compañía Cambridge Analytica. En demasiadas ocasiones, empleando incluso lo que se ha denominado como posverdad. Trueba señala que “desde las oficinas de prensa, desde las empresas de propaganda, desde las asesorías de imagen se lanzan a diario informaciones que pretenden inundar los cauces mediáticos”. Y afirma: “Lo han logrado”. Recuerda que, en este contexto, “el trabajo periodístico adquiere una importancia mayor que nunca”.

Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía Política e investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco, recuerda en EL PAÍS que “no sabemos qué puede significar una ciudadanía crítica en un entorno poblado por basura informativa” y añade que “la democracia es lenta y geográfica mientras que las nuevas tecnologías se caracterizan por la aceleración y la deslocalización”. En ese desequilibrio voraz, cada vez se hace más necesario contar con medios de referencia, espacios seguros a los que acudir con confianza.

Trueba defiende que “los medios han sido el peor enemigo de su propia esencia. Con quince años de retraso comenzaron a darse cuenta de ello. Y solo porque no les salían las cuentas. Ha sido triste, pero tiene remedio”. El director considera que “la primera condición para superar una enfermedad es reconocerla, diagnosticarla y dejar de pensar que con un buen estado de ánimo eres capaz de vencer cualquier virus”. Incide en que se necesita observación y reflexión. “El resto es un vano intento de seguir las modas. Por ese camino los monopolios de la Red se han hecho con todo el poder bajo la fórmula del encantamiento. Algo así como un Hamelin informativo”.

Parte de ese encantamiento consiste en poner un corsé a las noticias. La información que reciben muchos lectores se queda en un titular. Trueba advierte que “el medio es el mensaje; por lo tanto, si el modelo es el de píldora o titular atractivo, es normal que la noticia se adapte a esa reducción para el consumo. El peligro es intentar meter a una persona en un traje sin mangas ni perneras. Lo disminuyes hasta negarle su sentido último. Así la información, cuando no es desplegada y analizada, deja de ser información para convertirse en emoción”.

EL PAÍS tiende la mano a sus lectores, les invita a conocer no solo los hechos, sino todo su contexto. Como escribe el periodista Eduardo Suárez, ganador del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, “en un espacio público lleno de voces interesadas, los buenos reporteros son casi los únicos actores cuya única misión es el servicio público: asegurarse de que los ciudadanos pueden distinguir la mentira de la verdad”. El diario ofrece además el análisis de sus profesionales, de expertos y de sus firmas de la sección de Opinión. Brinda a los lectores las herramientas necesarias para la reflexión y la crítica.

Aunque parece imposible cerrar el grifo informativo, como defendía el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman, “sí hay muchas cosas que dependen de nuestro consentimiento o resistencia a la equívoca forma que hasta la fecha ha adoptado la globalización”.

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