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Incesto, un crimen que no es delito en España

Los menores de edad que sufren abusos de sus padres creen que esto es una forma común de expresar afecto

Fátima García (ESDIP)
Belén Hernández
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Incesto. Del latín incestus. La primera definición de la RAE es: "Relación carnal entre parientes dentro de los grados en que está prohibido el matrimonio". El artículo 47 del Código Civil en España especifica que no pueden contraer matrimonio "los parientes en línea recta por consanguinidad o adopción, ni los colaterales por consanguinidad hasta el tercer grado". Para Pilar Polo, psicóloga especializada en abuso sexual desde hace 20 años, al incesto prefiere llamarlo "abuso dentro de la unidad de convivencia", dejando a un lado la biología y el grado de parentesco, pero sí dándole importancia a las figuras familiares (padres, madres o hermanos) con las que un niño o una niña crece. Polo, portavoz de la Fundación Vicki Bernadet, hace hincapié en que los menores de edad que sufren abusos de sus padres o hermanos o algún familiar inmediato están siendo manipulados, que las víctimas asumen que es algo que les pasa a todos los niños del mundo y que puede dejar unas secuelas profundas en el futuro adulto.

Pregunta: ¿Qué es el incesto?

Respuesta: Intento no utilizar el término incesto por dos razones. La primera, porque en el Código Penal no está recogido como delito, sino como agravante de parentesco. Y la segunda porque los miembros de las familias, aunque biológicamente no lo sean, tienen un poder muy grande sobre el niño o la niña. "Cómo voy a fiarme del mundo si estas personas que me cuidaban me han tratado mal", suelen decir y pensar los niños que sufren abusos, que ven mermada su confianza.  

P: ¿Qué elementos se dan para que ocurra el incesto?

R: El principal elemento es la falta de límites. En muchas ocasiones se convierte al niño o la niña en una pseudopareja, lo que provoca que los roles familiares se muevan. Te encuentras que en algunas ocasiones, teniendo en cuenta que la mayoría de abusadores son los padres o hermanos, utilizan a los niños y niñas de las familias para sentirse poderosos y los cosifican: no son mis hijos, son mis cosas, mi posesión.

En casi todos los abusos el menor suele creer, en los primeros meses, que la situación es buena

P: ¿Qué tipos de abusos se dan dentro de la familia?

R: Creo que hay muchas tipologías: algunas son de poder, otras de derecho sexual sobre todos los miembros de la familia, de posesión, otras de pseudopareja, buscar en los niños del núcleo familiar lo que creen que no obtienen de sus parejas...

P: ¿Puede ocurrir en cualquier tipo de familia?

R: Sí, desgraciadamente la situación abusiva puede ocurrir en cualquier sitio, pero hay dos diferencias importantes: si se encubre el abuso o se acaba con él. La típica pregunta que se hace es ¿pero la madre lo sabía? Y hay situaciones en las que sí lo sabía. Hay madres consentidoras o miembros de la familia que no denuncian.

P: ¿Crees que como el incesto es aún un tema tabú se denuncian menos casos?

R: La situación ha cambiado mucho en estos últimos cinco años. Aunque sigue existiendo un punto de vergüenza y de fracaso dentro del núcleo familiar: ¿cómo puede ser que mi pareja o mi hijo haya hecho esto? Depende de si esas personas pueden controlar su sentimiento de culpa o no y denuncien o acaben incluso acusando al niño que sufre los abusos de mentir.

P: ¿Qué consecuencias puede sufrir el niño o la niña?

R: Puede tener muchas y muy variadas, pero todas dependen del apoyo social que hayan tenido las víctimas de abusos cuando lo hayan explicado. No va a ser igual que a la primera te crean y te protejan, a que lo expliques, no te crean, vuelvas a esperar años a explicarlo, al final te crean, pero no se haga nada. El momento de la revelación es muy importante y muy arriesgado desde el punto de vista psicológico, porque el niño o la niña que espera ser protegido puede que no lo sea. Así que todas sus esperanzas de protección, si no se cumplen, puede acarrear consecuencias graves. Las más típicas son conductas autodestructivas, tanto de trastornos alimentarios, lesiones, consumo de drogas, y hasta fobias, miedo, conductas sexuales inadecuadas a su edad...

Para acabar con el abuso hay que hacerlo público y la persona tiene derecho a una justicia reparadora. El dolor no prescribe

P: ¿Puede el menor normalizar el abuso al darse dentro del núcleo familiar o de confianza?

R: En casi todos los abusos el menor suele creer, en los primeros meses, que la situación es buena. O que es una forma de expresar afecto. El abuso puede ser muy perverso. Aunque a los niños no los agredan físicamente, si la manipulación es afectiva puede generarles una gran confusión. Saben que aquello que pasa es raro e incluso desagradable, pero piensan: "como me quieren, no debe de ser malo". Si sus papás son los abusadores, las víctimas de abusos asumen que lo que les están haciendo es lo que les pasa a todos los niños del mundo.

P: En España se está luchando para que el delito de abuso no prescriba.

R: De los que casos que nosotros hemos atendido, unos 11.000, más del 60% han sido adultos que están cerca de los 30 o 40 años y hasta ese momento no han podido expresarlo, pero el delito ha prescrito. Estas personas tienen derecho a poder poner la denuncia y tener una reparación. Para acabar con el abuso hay que hacerlo publico y la persona tiene derecho a una justicia reparadora. El dolor no prescribe.

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Sobre la firma

Belén Hernández
Redactora de Estilo de Vida, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde escribe sobre cultura y tendencias, pero también sobre infancia, medio ambiente y pobreza en países en desarrollo. Antes trabajó en El Mundo y Granada Hoy. Es granadina, licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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