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Tocar un futuro mejor En el asentamiento informal luandés de Samba un gran cartel anuncia la entrada a la escuela de música Kaposoka. Allí, niños y jóvenes han encontrado en la música una tabla de salvación a una vida precaria que, para ellos, ya les estaba predestinada Uno de los estudiantes de la escuela de música Kaposoka practica con su violín durante los descansos entre clases a las puertas del centro situado en el barrio de Samba, en Luanda (Angola). Los 'musseques' o asentamientos de infraviviendas dan cobijo a la mayoría de la población en Luanda. El musseque Kazenga, en la imagen, es uno de los mas grandes y peligrosos de la capital angoleña, donde miles de personas viven en precariedad: precarias viviendas, nulas condiciones higiénicas, ausencia de saneamientos o de acceso servicios básicos para la población. Las montañas de basura acumuladas en todas partes forman parte del entorno habitual de los niños luandeses en sus barrios. La joven estudiante de la escuela de música Kaposoka, Juelma Ferra Bernardo, toca su violín junto a la atenta mirada de su padre, en su casa del barrio de Samba, uno de los más populares en Luanda. Luanda (Angola). Ines Gonga, estudiante de música en la escuela de Kaposoka, retratada en el interior de su casa, en la barriada de Zango, a las afueras de Luanda donde vive con su padre y sus cuatro hermanos menores. Estudiantes de la escuela de música Kaposoka en el área rural de Zango, a las afueras de Luanda, reciben sus primeras clases de solfeo. Un alumno más avanzado, ejerce como profesor para los más pequeños. Kaposoka se compone de tres escuelas de música, dos pequeñas enclavadas en zonas rurales a las afueras de Luanda, más una tercera, la principal, en pleno corazón del barrio de Samba. Un joven estudiante de violín practica en la escuela de música Kaposoka. Aula donde se imparten las clases de solfeo y canto coral durante uno de los descansos que disfrutan los estudiantes más jóvenes en su jornada lectiva. Este aula, también se utiliza como sala de conciertos. Un grupo de jóvenes violinistas practican con su violín durante las clases que reciben a diario en las instalaciones de la escuela de música. Jorge Mengotti durante una de las clases de piano a los alumnos de la escuela. La embajada de España en Angola colabora asiduamente con la escuela de música Kaposoka a través de sus programas culturales, aportando temporalmente profesores de música profesionales, que como Mengotti, completan y profundizan en la formación musical de los estudiantes de la escuela. Una de las alumnas más jóvenes de la escuela mira con curiosidad el interior de uno de los pianos al finalizar la clase de solfeo. Un grupo de alumnos de la escuela de Música Kaposoka, practican con diferentes instrumentos y partituras en los exteriores de la escuela para el próximo concierto que ofrecerán en el orfanato de Kuzola en la capital angoleña. Cada día, los estudiantes tienen cuatro horas de clases que deben combinar con sus estudios en las escuelas primarias o secundarias. Este requisito es imprescindible para ser admitido en la escuela de música. La joven violinista, Dorcas Dala, de 17 años, toca su violín durante un concierto ofrecido en el orfanato público de Kuzola, ante la presencia del embajador de España en Angola y varios representantes de la embajada, que colabora asiduamente en el proyecto Kaposoka junto a otras instituciones. Niños huérfanos del orfanato público de Kuzola asisten al concierto que les ofrece la Orquesta Kaposoka durante las jornadas culturales que organiza varias veces al año la embajada de España en Angola. Los alumnos de Kaposoka ofrecen conciertos de música clásica asiduamente en Angola y también han sido invitados en numerosas ocasiones a tocar en países como Japón, Argentina o España.