La historia del príncipe Enrique y su fan australiana de 98 años
El nieto de Isabel II se reencuentra con la viuda de guerra Daphne Dunne en su viaje a Australia y le presenta Meghan Markle
Enrique de Inglaterra, junto a su esposa Meghan Markle, ha recogido el testigo de la princesa Diana por su cercanía y el interés que demuestran por los problemas de la gente que se encuentran en sus numerosas apariciones públicas.
Una de sus declaradas admiradoras en Daphne Dunne, una australiana de 98 años, que no falta a su cita con el príncipe cada vez que este viaja a Australia. Dunne, que se encuentra en silla de ruedas, es viuda de guerra de Albert Chowne, un teniente australiano muerto en combate durante la II Guerra Mundial y condecorado con la Cruz Victoria.
El príncipe y su venerable admiradora se conocieron por primera vez en 2015. Fue con motivo de la primera visita de Enrique de Inglaterra a Sídney. Él acababa de terminar su carrera militar y no le pasó inadvertida la presencia de la anciana esperando pacientemente sentada en su silla de ruedas y luciendo orgullosa la medalla concedida tantos años atrás a su marido. La historia emocionó al actual duque de Sussex y cuando dos años después volvió a Australia no dudó en buscarla y acercarse a saludarla mientras ella le esperaba bajo la lluvia.
Cuando este martes Enrique de Inglaterra acudió a la Ópera de Sídney, en uno de los actos de su primer viaje oficial junto a Meghan Markle, allí estaba de nuevo Daphne Dunne, nerviosa y emocionada por volver a ver a su admirado príncipe. “Es tan natural. Es simplemente maravilloso. Me alegra de que ahora tenga una esposa y pronto un bebé”, dijo Dunne.
Su ‘príncipe’ no la decepcionó y cuando hizo acto de presencia no olvidó a su admiradora australiana. Se arrodilló junto a ella para poder hablar a la misma altura que exigía la silla de ruedas y le presentó a su esposa, que también habló sonriente con la feliz anciana. “Me hace muy feliz conocerte. He oído hablar mucho de ti”, le dijo Daphne a la duquesa de Sussex. Enrique la abrazó y, como en sus anteriores viajes, le dio un beso. Ella le esperaba con un ramo de flores y un recuerdo: la fotografía de la primera vez que el príncipe y la viuda de guerra se habían encontrado.
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