Eugenia Martínez de Irujo, una vida de la tristeza a la alegría
“Con Fran hubo un buen rollo increíble”, desvela la hija menor de la duquesa de Alba tras el encuentro con su exmarido en la puesta de largo de su hija
Que Eugenia Martínez de Irujo está feliz no hace falta que lo diga ella, se le nota en la cara, en la sonrisa y en su forma de aceptar con naturalidad el interés que despierta en la prensa. No siempre ha sido así durante los últimos años, pero ahora parecen sucederse los acontecimientos felices en su vida y su buen humor es evidente. La hija pequeña de Cayetana de Alba recibió este miércoles uno de los galardones de la IV edición de los Premios Chicote “por su dedicación, apoyo y ayuda a causas solidarias”, y asumió con gracia que el encuentro conllevaría numerosas preguntas de los periodistas de la prensa del corazón presentes en el acto.
Sus expectativas no se vieron defraudadas. La fiesta que organizó en La Pizana, la casa familiar de Gerena, localidad a unos 30 kilómetros de Sevilla, para celebrar la puesta de largo de Cayetana Rivera, su única hija, fruto de su matrimonio con el torero Francisco Rivera, fue uno de los temas que acaparó la curiosidad de los medios. Los vestidos de los asistentes, ellas de largo y ellos de esmoquin, ya habían sido analizados profusamente, pero quedaba un tema en el aire: Cómo había sido el reencuentro con su exmarido después de haber estado enfrentados en los tribunales a causa de la custodia de su hija.
Eugenia Martínez de Irujo no eludió la respuesta: “En la puesta de largo hubo un buen rollo que te mueres y eso a mí me encanta. Él y yo”, explicó en referencia a Francisco Rivera, “ya hablábamos por temas de Cayetana pero sí, hubo un buen rollo increíble. Estábamos encantados, felices y fue una noche muy bonita en todos los aspectos”.
Un vídeo que circula por las redes sociales ha dado cuenta de que estas palabras reflejaban realmente el ambiente que se vivió esa noche entre el exmatrimonio quienes acudieron a la fiesta acompañados de sus nuevas parejas: Francisco junto a su esposa Lourdes Montes, embarazada del segundo hijo en común de la pareja, y Eugenia con Narcís Rebollo, presidente de la discográfica Universal Music para España y Portugal. Gestos de complicidad, bailes, sonrisas por doquier, intercambio de besos y abrazos, así fue el totum revolutum que provocó un encuentro en el que los numerosos amigos de la homenajeada –la mayoría de los invitados– compartieron espacio con algunas de las familias más perseguidas por la prensa rosa del país: los Alba, los Rivera y los Pantoja, porque allí también estuvo Kiko Rivera Pantoja, hermano por parte de padre de Cayetano y Francisco Rivera, tío y padre respectivamente de la festejada nieta de la desaparecida Cayetana de Alba.
Y puestos a hacer confesiones Eugenia se lanzó al vacío y sin poder ocultar lo enamorada que está de Narcís Rebollo, con quien está a punto de celebrar el primer aniversario de aquella insólita boda en Las Vegas en la que los contrayentes iban caracterizados de Elvis Presley y Marilyn Monroe, confesó ahora tiene mucha suerte pero que no siempre ha sido igual. “Es verdad que hubo una época muy mala”, dijo Eugenia Martínez de Irujo, “A raíz de morir mi madre se me juntaron muchas cosas y me quedé en 37 kilos. Pero después pasó un tiempo y ahora no me quejo de nada. Estoy muy contenta”, afirmó.
Una felicidad que ni siquiera empaña el traslado de su hija Cayetana a Sevilla, quien se ha ido a vivir con su padre para continuar allí con sus estudios. Eugenia, que peleó por evitar ese cambio de vida hace unos años, ahora que su hija es mayor de edad no se muestra molesta con la decisión de su hija. “Ella se ha ido a hacer un módulo y me ha parecido muy bien”, manifestó Eugenia Martínez de Irujo. “Estamos todo el día al teléfono y realmente Sevilla está al lado, así que tampoco es tan grave”.
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