Esta es la historia de Kimuli Isaac, que pasó de una infancia en la mendicidad a ayudar, durante la última década, a más de 200 menores de Kampala, capital de su país, Uganda
Isaac nació en 1986 en Uganda. Su padre murió cuando él tenía cuatro años y sus parientes se quedaron con su negocio, su casa y todas sus pertenencias. Y las vendieron. Su madre fue obligada a casarse con otro hombre de la aldea, pero ella se negó. Como consecuencia de esta decisión, fue rechazada por todas las familias de su entorno. Al poco tiempo enfermó de cáncer de pulmón y, al no tener nada de dinero, envió a Isaac y a su hermano a Kampala, donde supuestamente un amigo debía recogerlos y hacerles un préstamo para pagar las medicinas.Cuando llegaron a Kampala nadie apareció, así que Isaac y su hermano pasaron la primera noche en una parada de taxis esperando a que al día siguiente el amigo de su madre llegara. Tenían cinco y seis años respectivamente, y así fue como se convirtieron en niños de la calle. Se alimentaban de los restos de comida que les daba la gente y dormían en la parada de taxis, a pesar de no ser un sitio seguro. Unicef estima que en Kampala existen más de 10.000 menores viviendo en las calles. La principal causa es la violencia doméstica, aunque hay otros factores como la pérdida de parientes (la mayoría afectados por el VIH).Al segundo día, un grupo de chicos mayores les robaron lo poco que tenían: los zapatos y las camisetas, y se quedaron sin nada. Pero esa misma jornada conocieron a Mark, otro joven de la calle, que les ayudó y les enseñó a moverse por la ciudad. Los menores suelen vivir en guetos donde se sienten más protegidos, el más grande de Kampala es Kisenyi. Los más pequeños sobreviven recogiendo botellas de plástico que luego venden a unos 200 chelines ugandeses el kilo, alrededor de cinco céntimos de euro. Los mayores hacen algunos trabajos como ayudantes en la construcción, de carga en los mercados o limpiando casas.Mark le enseñó a Isaac algo de 'kick boxing' para poder defenderse de los ataques de los chicos mayores en la calle. También a moverse por los barrios de la ciudad, evitando las horas más peligrosas, y localizando los puntos más seguros de Kampala donde pasar la noche."La noche era el momento más peligroso; los grupos de chicos mayores que venían drogados de esnifar gasolina nos agredían e intentaban violarnos. Y también sufríamos ataques de varias personas contratadas por gente adinerada que intentaban secuestrarnos para matarnos. Todavía existe la creencia de que para hacerse rico hay que obtener sangre humana a través de un ritual de sacrificio. Yo conseguí sobrevivir a varios ataques de este tipo, pero mi amigo Mark murió a mi lado al recibir una puñalada en el estómago. Vi cómo lo arrojaban a un canal en el barrio de Kivulu por donde desaguan las aguas fecales de Kampala", se lamenta Isaac entre lágrimas.<p>Tras la muerte de su amigo, Isaac se dio cuenta de que tenía que aprender mejor 'kick boxing' para defenderse de los peligros de la calle. Se le daba bastante bien, así que a base de práctica empezó a luchar en peleas ilegales por dinero. Al cabo de unos meses, decidió emplear su tiempo libre y lo que sabía en enseñar a otros niños autodefensa personal.</p> <p>Los niños de calle sobreviven en Kampala en condiciones extremas, no suelen tener acceso a agua potable, alimentos, refugio, atención médica, educación y protección. Algunos de ellos consiguen salir de la calle a través de ONG que los rescatan, pero para la mayoría es muy difícil y acaban formando una familia con alguna chica que han conocido en su misma situación. Al carecer también de educación sexual hay muchos embarazos no deseados a edades muy tempranas, y otro de los grandes problemas es el VIH.</p>Entre lo que ganaba con las peleas y con las clases, Isaac consiguió mejorar su nivel de inglés e ir a la universidad, y su situación fue mejorando hasta llegar el momento de abandonar las calles. En el ataque a su amigo Mark juró que si algún día salía de esa situación ayudaría a otros niños que estaban pasando por lo mismo que él, y así fue como decidió montar The Dream Foundation of Uganda.Con The Dream Foundation, Isaac pretende ofrecer a los menores de la calle educación y comida, además de ayudarles a buscar una familia que pueda darles un techo donde vivir. Mientras, suelen vivir en guetos donde se sienten más protegidos.Varios niños preparan las redes donde almacenarán todas las botellas de plástico que recogen durante la jornada para al final del día venderlas al barrio de Kiseny.Muchos de estos chicos han sufrido agresiones violentas, quemaduras, violaciones y abusos de todo tipo, quedando marcados de por vida con secuelas tanto físicas como emocionales.Los niños de la calle suelen moverse en pequeños grupos para protegerse entre ellos, y los adolescentes cuidan de los mas pequeños. En la foto, de izquierda a derecha, Rachel, Sumaya y la pequeña Shanti.En la foto, Isaac enseña algunas técnicas de king boxing como autodefensa a una de las niñas que ha conseguido sacar de la calle. Para ella encontró una familia de acogida en Mengo.En este último año, la fundación de Isaac ha recibido el apoyo y las donaciones de dos ONG, WeArtPhoto y The Blue Butterflies, formadas por fotógrafos y videógrafos, que, además, se han desplazado hasta Kampala para conocer la situación de primera mano, donde han realizado diversos talleres y juegos con los pequeños.La fundación de Isaac ha ayudado a más de 200 niños como Kalim que han dejado las calles de Kampala y han sido reubicados entre la casa de acogida de Masaka y diferentes familias del barrio de Mengo.