Lo creíamos superado
El huevo de la serpiente, como la historia ha demostrado, se incuba vertiginosamente al arrullo de himnos enardecidos, proclamas patrióticas y banderas de todos los colores. En estos tiempos de saldo intelectual y moral, los trileros de turno, con la complicidad de las redes sociales, han hecho másteres acelerados para masajear a conciencia el hipotálamo y la amígdala de la masa social y lograr su fervoroso e inquebrantable seguimiento. Etapas que ya dábamos por superadas, simple material de hemeroteca, con líderes de discurso plano y brocha gruesa, han vuelto de sopetón, para desmentir definitivamente nuestra ingenua creencia en el progreso. Afirmar lo obvio, que una sola persona vale más que todos los himnos, banderas, doctrinas y patrias, es escupir al océano.— Juan Fernández Sánchez. Madrid.
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