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TU LISBOA Y LA MÍA

Los quioscos más coloridos, y socorridos, de Lisboa

Recuperados a finales del siglo pasado, dan vida en las plazas y calles donde funcionan

El quiosco de la catedral, en Alfama.
El quiosco de la catedral, en Alfama.J. M.

La plaza de São Paulo era hasta hace un par de años cementerio de palomas enfermas y refugio nocturno sucio y maloliente de borrachos y vagabundos. Hoy es un lugar limpio —no del todo— y agradable. El Ayuntamiento no ha tenido que gastar nada para tan drástico cambio, al revés, recibe dinero. Entre aquel agujero negro de la ciudad y este remanso de relax, la única novedad es la renovación y apertura de su olvidado quiosco.

Los quioscos surgen en Lisboa a finales del siglo XIX. Vendieran periódicos, tabaco, carajillos o bacalao, eran lugares de encuentro de madrugadores y también de noctámbulos. Su actividad fue decayendo a mediados del pasado siglo, hasta que a raíz de la llegada de los ayuntamientos democráticos, Lisboa comenzó a recuperarlos a través de concesiones a empresarios privados. Hoy existen en la ciudad, alrededor de 70, aunque muy pocos conservan la arquitectura de hace dos siglos. Con la eclosión del turismo, los viejos quioscos se hacen llamar la atención por sus rabiosos colores y sus variados servicios (y precios) y su estratégica situación. Aquí va una colorida selección:

Amarillo en la catedral. Un lugar estratégico, en la subida a Alfama, junto a la catedral, con servicios públicos y parada del tranvía 28. Qué más pedir, pues zumos y refrescos naturales y precios no abusivos. Lo tiene todo.

Quiosco de la plaza Don Luis I.
Quiosco de la plaza Don Luis I.

Rojo en el mercado da Ribeira. La recuperación de este quiosco permitió desalojar a la mayoría de borrachos de la preciosa plaza Don Luis I. Ayudó bastante que se le añadiera un parque infantil. Con tal gancho, el quiosco se llena de familias jóvenes que ponen un ojo en los toboganes y un oído en la música, a veces fuertemente ambiental.

Granate en Sao Paulo. Es uno de los más pequeñitos de la ciudad y también tiene los precios más bajos con cafés a menos de un euro. Su reapertura y actualización ha revalorizado la plaza, antes mugrienta.

Lila en la plaza de las flores. El lugar es coqueto y tranquilo y los vecinos no quieren que cambie, por eso luchan contra la reforma de un edificio, aunque lo firme el prestigioso Souto de Moura.

Quiosco en la Ribeira das Naus.
Quiosco en la Ribeira das Naus.

Verde casi negro en la Ribeira das Naus. Mirando al río, no lo hay más enrrollao. Abierto hasta las dos de la madrugada, a su alrededor extiende hamacas, sillas, mesas y un pequeño escenario para músicos voluntarios que tienen asegurada una buena recaudación. El espectáculo de paisaje y sonido, se paga, pues tiene los precios más altos -incluso abusivos- de todo. También es cierto que quien coge hamaca aguanta hasta caer el sol.

Verde en la Avenida Liberdade. El quiosco Ribadouro se sale de lo común porque sirve pescados y mariscos frescos. Se aprovecha, claro, del restaurante que tiene al lado, pero frente a otros de la misma avenida que venden pizzas y perritos calientes, es una originalidad del sector, gastronómicamente muy obvio.

Rosa en Príncipe Real. Lugar ineludible para una primera cita, animado de jóvenes, de tiendas modernas, restaurante caros y baratos y de mucha vida diurna y nocturna. Hay que empezar Lisboa por aquí. Y acabarla también.

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