La huida desesperada de Venezuela

Cientos de migrantes venezolanos esperan para registrar su salida de Colombia antes de entrar por tierra a Ecuador a través del puente internacional de Rumichaca, el pasado 9 de agosto.STRINGER (REUTERS)

Ecuador declaró esta semana el estado de emergencia en tres provincias en las que se ha detectado aumento del flujo migratorio de venezolanos. Las autoridades calculan que en los últimos días han superado los 4.000 diarios.STRINGER (REUTERS)

Un parterre de 100 metros cuadrados frente a la terminal de autobuses de Carcelén, un barrio del norte de Quito, es el refugio temporal de cientos de venezolanos que llegan cada día con lo puesto y la esperanza de poder viajar al vecino Perú. Foto tomada el 1 de agosto.Evelin Rosas (EFE)

La emergencia migratoria en Ecuador se aplicará en las provincias de Carchi, fronteriza con Colombia, en El Oro, que linda con Perú, y en Pichincha, donde está la capital y en la que se han establecido una parte de los venezolanos que se quedan en el país.Dolores Ochoa (AP)

No obstante, la mayor parte de los venezolanos que entran en Ecuador sigue su viaje saliendo por la frontera sur hacia Perú y Chile.Dolores Ochoa (AP)

Colombia es otra de las vías de escape para los venezolanos. Según el control Migratorio ubicado en el Puente Internacional Simón Bolívar, el promedio diario de personas que entran y salen del país por allí es de 50.000.Ernesto Guzman (EFE)

El pasado 31 de julio la alcaldía de Cali (Colombia) inició el traslado de unos 400 ciudadanos venezolanos que se habían asentado en un zona aledaña a la terminal de transportes, donde pernoctan en carpas desde hace varias semanas.Ernesto Guzman (EFE)

Las autoridades colombianas registraron a los venezolanos para saber quienes querían seguir hacia Ecuador y Perú y conceder a los que se quedan un permiso para que puedan trabajar legalmente en Colombia.CHRISTIAN ESCOBARMORA (AFP)

El Gobierno ecuatoriano indicó que a través del Ministerio de Inclusión Económica y Social pondrá a disposición de los migrantes un equipo de trabajadores sociales y psicólogos, especialmente para los grupos vulnerables como niños, adolescentes y mujeres.Dolores Ochoa (AP)

Los venezolanos Dajaira y Xavier sonríen dentro de la tienda de campaña en el campamento improvisado en el que se han asentado con un grupo de compatriotas en Quito (Ecuador).Dolores Ochoa (AP)

Desde que comenzó la crisis humanitaria en Venezuela, Ecuador ha sido uno de los países que ha sentido el flujo migratorio de personas que huyen de su paísEvelin Rosas (EFE)

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) está financiando el traslado en autobuses a quienes desean continuar viaje hacia Ecuador y Perú.CHRISTIAN ESCOBARMORA (AFP)

Según las últimas cifras oficiales de Migración, en el primer semestre del año, llegaron a Ecuador 454.000 ciudadanos desde Venezuela, de los que 72.000 permanecieron en territorio ecuatoriano.Evelin Rosas (EFE)

Las organizaciones del sistema de Naciones Unidas han entregado tiendas de campaña, raciones alimenticias, agua potable y objetos de higiene personal.Evelin Rosas (EFE)

El pasado abril, el comisario europeo de Ayuda Humanitaria, Christos Stylianides, anunció una ayuda de 31 millones de euros para paliar los efectos de la huida de miles de venezolanos hacia Colombia y advirtió de que "Venezuela va camino de provocar una crisis regional".CHRISTIAN ESCOBARMORA (AFP)

El objetivo para muchos es llegar a Perú, donde más de 120.000 venezolanos han pedido asilo, superando a Estados Unidos en número de solicitudes.CHRISTIAN ESCOBARMORA (AFP)

El hambre y la inflación voraz que se come los salarios obligan a los más empobrecidos a salir del país. En 2017, las autoridades colombianas sellaron el pasaporte a 796.000 venezolanos. Muchos cargan consigo todo lo que tienen.CHRISTIAN ESCOBARMORA (AFP)

El problema no es solo tomar la decisión para irse sino ahorrar el dinero para poder hacerlo, aunque sea a pie. La hiperinflación que se espera que alcance el millón, hace que el bolívar pierda peso y comprar moneda extranjera sea prácticamente imposible.Ernesto Guzman (EFE)

A Brasil también ha llegado la ola migratoria venezolana. Daniel, que trabajaba en una compañía petrolera, posa en la frontera con Brasil en el paso fronterizo de Pacaraima, en el estado de Roraima.NACHO DOCE (REUTERS)

El país se ha visto desbordado y un juez federal decretó esta semana el cierre de la frontera en el estado de Roraima, pero la medida fue frenada por el Tribunal Supremo de Brasil.NACHO DOCE (REUTERS)

La medida trataba de frenar la entrada de ciudadanos de Venezuela hasta que los que se encontraban en las localidades fronterizas fueran trasladados al interior del país.Ernesto Guzman (EFE)

En abril de este año, la gobernadora de Roraima, Suely Campos, del conservador Partido Progresista (PP), pidió el cierre temporal de la frontera con Venezuela por la "omisión del Gobierno Federal en cumplir su papel constitucional de control de la frontera, sobrecargando el Estado".NACHO DOCE (REUTERS)

Un hombre con conjuntivitis descansa sosteniendo a su hijo con su equipaje después de mostrar el pasaporte en el control, el pasado 9 de agosto. Se estima que unos 500 venezolanos entran a diario por la frontera terrestre con Brasil.NACHO DOCE (REUTERS)

Un grupo de voluntarios vacuna a los venezolanos cuando entran por el paso fronterizo de Pacaraima, el 9 de agosto.NACHO DOCE (REUTERS)

La capital del Estado, Boa Vista, ha acogido el mayor número de venezolanos, cuya llegada se intensificó en los últimos dos años.NACHO DOCE (REUTERS)

Entre Boa Vista y Pacaraima, pequeña ciudad fronteriza, hay 11 refugios que albergan a más de 4.000 venezolanos, incluyendo a más de 1.000 indígenas warao, originarios del norte de Venezuela. En el primer semestre de este año, 56.740 venezolanos buscaron legalizar su situación en Brasil, 35.540 de ellos a través de la solicitud de asilo.NACHO DOCE (REUTERS)

La venezolana Dulce posa con el instrumento que se llevó consigo, después de obtener el estatus de refugiada a través del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) en la frontera de Pacaraima, el 9 de agosto.NACHO DOCE (REUTERS)