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CLAVES
Columna
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Voz oscura

Las declaraciones de los líderes del PP están lejos todavía de las de la extrema derecha europea

Víctor Lapuente
El presidente del PP del País Vasco, Alfonso Alonso pone al presidente de los populares, Pablo Casado, el pañuelo festivo durante la visita de éste a Vitoria.
El presidente del PP del País Vasco, Alfonso Alonso pone al presidente de los populares, Pablo Casado, el pañuelo festivo durante la visita de éste a Vitoria. DAVID AGUILAR / EFE

Cuando me enfado, mi hijo me dice que tengo la voz oscura. Y eso es lo que siento al escuchar a dirigentes populares tras la elección de Pablo Casado. Independientemente de lo que digan, su entonación tiene un deje sombrío.

Incluso políticos de formas suaves, como Dolors Montserrat o Javier Maroto, suenan ariscos. Hablan desde la incomprensión de quien está enfadado con todo el mundo alrededor. No somos xenófobos, repiten. No nos comparen con la ultraderecha europea. Al decir que España no puede absorber a millones de africanos que quieren venir aquí, nosotros solo llamamos a las cosas por su nombre. Decimos lo que muchos españoles piensan.

Pero, como algunos expertos en autoritarismos observarían, lo que hacen los políticos conservadores va mucho más allá. No reproducen una actitud escéptica hacia la inmigración, sino que la activan. Un gran número de ciudadanos tiene predisposiciones hacia la intolerancia, pero, por sí mismas, es difícil que se traduzcan en acciones racistas. Para ello, es necesario un estímulo externo, como, por ejemplo, un discurso político. Como señala la famosa metáfora, alguien tiene que apretar el botón racista que tenemos en la frente.

Eso es lo que hacen los políticos irresponsables de derechas. Al subrayar que “otros” vienen hacia “nosotros”, transmiten una sensación de amenaza que enciende la bombilla de la intolerancia en muchos individuos. Las declaraciones de los líderes del PP están lejos todavía de las de la extrema derecha europea. Hay tiempo para poner el freno. Si no, podemos encontrarnos en una situación similar a la de tantos países europeos: políticos que aseguran seguir los sentimientos del pueblo cuando los están manipulando —consciente o inconscientemente—.

Y esto puede empeorar gracias a la inestimable ayuda de políticos irresponsables de izquierdas. Como subraya la politóloga Sheri Berman, la peor estrategia progresista es llamar racistas a los políticos que despiertan sentimientos xenófobos. O a sus votantes. Pues reaccionan defensivamente, enrocándose en sus prejuicios.

Todos, a derecha e izquierda, debemos evitar la voz oscura. @VictorLapuente

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