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Así es el movimiento arquitectónico que enloqueció a California Se vuelve a reivindicar esta corriente de arquitectura de los años 20, California Crazy, que llenó la cunetas de las carreteras de la costa oeste de EE UU, de edificios con formas de perritos caliente, zapatos o animales Aunque apenas quedan edificios en pie de aquella surrealista época, sí existen ensayos fotográficos que investigan cómo estos edificios se convirtieron en sinónimo de la costa oeste de los Estados Unidos. Estos edificios llamativos apoyados en las cunetas servían para atraer a los viajeros en busca de un refrigerio, comida, ‘souvenirs’ o comida rápida. Hoot Hoot I Scream (en la foto) fue una heladería con forma de búho construida en 1932 en Valley Boulevard en la ciudad de San Gabriel, en el condado de Los Ángeles. Estas estructuras desafiaron todos los cánones arquitectónicos de la época, de hecho, en 1935, la revista The Architectural Forum publicó un artículo bajo el título ‘Palace of the Hot Doges’ (palacio de los perritos calientes) en el que se afirmaba que “algo loco, es siempre más loco en California” y en el que se hablaba de que la exposición internacional Panamá-Pacifico de 1915 pudo ser el germen de este movimiento. Jim Heimann, autor del libro ‘California Crazy. American Pop Architecture’ (Ed. Taschen), que recoge parte de este legado cultural, asegura que “la exposición internacional Panamá-Pacifico de 1915, que acogió San Francisco, no fue la primera muestra de esta inusual arquitectura, ya hubo ejemplos anteriores en la Exposición Panamericana de 1901 en Búfalo (Nueva York)”. Estas estrafalarias construcciones se situaron especialmente a lo largo de la franja sur del país (conocida como el Sunbelt, el cinturón del sol). Su carga simbólica fue marginada durante décadas, pero en los últimos 40 años se ha buscado reivindicar como parte del acervo cultural californiano, gracias a instituciones locales y a la popularización de ensayos como el del historiador David Gebhard (1927-1996), que definió este movimiento hace casi 40 años –también dentro del libro–. En la foto, Pig Café, de 1934, en Los Ángeles. La pagoda, la construcción tradicional en algunos países de Oriente, fue una primera inspiración para estas arquitecturas, junto con “el estilo de principios de los años 20, el movimiento Arts and Crafts, que también tenía influencias de Asia”, cuenta Heimann. Aquí se enlazan con los llamados Bungalows Craftsman, las construcciones tradicionales estadounidenses, realizadas en madera y construidas a mano por sus propios dueños, muchas de ellas en las cunetas de los caminos. De estas casas tradicionales con porche y hamacas en la puerta, se derivó unas edificaciones extremas, con forma de perro o perrito caliente, que estaban creadas, en su mayoría, por sus propios dueños. El concepto California Crazy engloba también arquitectura doméstica, señalización excéntrica y el coche como objeto original y guía estética y narrativa. Pues era la vida en carretera la que marcó y condicionó toda esta arquitectura. En los años 20, en los albores de la era automovilística, los estadounidenses ansiaban viajar sin freno por las recién construidas carreteras de su país. Esto hizo que una nueva ola de imaginativos empresarios buscaran reclamar las necesidades de este nuevo medio de transporte con estas “monstruosidades”, como se definieron en su momento. La influencia del Hollywood de los años 20 también tuvo mucho que ver en el desarrollo de esta loca arquitectura. El tono de fantasía –‘El mago de Oz’ (1939)– o el gusto por Oriente –‘Capricho Imperial’ (1934)– de muchas de las películas que imperaba en los estudios de cine fue decisorio para su proliferación. Pero también las estrellas del momento se sumaron a esta moda arquitectónica. “En 1921, Charlie Chaplin y su hermano Syd inauguraron sus estudios, en Sunset y La Brea, sobre una serie de edificios de estilo inglés Tudor (como si fueran castillos)”, cuenta el autor Jim Heimann. La primera noche que Chester Deschwanden durmió en su casa de reparación de calzado con forma de zapato, el televisor se apagó de repente. Su esposa pensó que había sido él, pero ninguno de los dos había apretado el botón Off. Desde entonces, los rumores sobre los posibles habitantes fantasmas de esta surrealista casa de la ciudad de Bakersfield son continuos. También para su actuales dueños, que siguen cuidando y viviendo en este, aún hoy, taller de zapatos. Es una de las casa icónicas mejor conservadas de este movimiento arquitectónico.