El aeropuerto de Lisboa se llama ‘Caos’
Con interminables colas en mayo, se situó en el puesto 1.182º del mundo en puntualidad
Entre 1.200 aeropuertos del mundo, en mayo solo hubo 12 más impuntuales que el aeropuerto de Lisboa (el 79º por tráfico). El dato de la OAG solo contempla la parte que afecta a los aviones. Si la clasificación se ampliara a servicios de los viajeros, tampoco saldría mejor parado. Literal y oficialmente, no hay sitio ni para tanto avión ni para tanta gente en el principal aeropuerto de Portugal. La cifra de viajeros calculada para el año 2050 ya se alcanzó en 2016, con 22,4 millones. Habituado a crecer un millón por año, el boomturístico incorporó en 2017 cuatro millones de pasajeros más (26,7), y en este pueden llegar a los 33 millones, según el comportamiento del primer trimestre. Todos los apaños y arreglos posibles ya se han hecho: aviones más grandes, reducción del horario de descanso nocturno... La última idea es de la aerolínea nacional TAP: un estudio para aparcar mejor los aparatos y salir de boxes más rápido.
El boom turístico ha pillado a los políticos en la eterna discusión (comenzó en 1969) de si aeropuerto nuevo o retocar el existente. Durante décadas ha triunfado la segunda opción, pero ya no da más de sí. El tránsito de viajeros roza el caos en muchos días y horas del año. Sea miércoles y las cinco de la madrugada, las colas de facturación llegan al control de billetes; en el caso del control de pasaportes extracomunitarios las esperas son de dos horas; la espera de un taxi dura a veces más que el mismo vuelo, el nuevo estacionamiento de descarga de personas es tan pequeño que los que salen no dejan pasar a los que entran y los que entran a los que salen. Esos treinta millones de pasajeros desembocan en un único pasillo tan angosto que apenas pueden salir a la vez dos personas con sus carritos.
Ya todos en Portugal están de acuerdo en que se necesita otro aeropuerto, pero por prisa que se den —y no es su mejor cualidad— no estará antes de 2022 según la previsión oficial. El lugar elegido, Montijo, se encuentra al otro lado de Lisboa. Los realistas dicen que antes de 2025 no funcionará.
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