La tiranía de los sentimientos
La inseguridad y la necesidad de apego pueden llegar a desconectar en nosotros el sentido común. Este sentido, tan poco corriente últimamente, es el que nos da la voz de alarma cuando algo no se ajusta a nuestros valores. Comienza entonces una afiliación por parte de los líderes de grupos que nos quieren captar para hacernos sentir parte de algo especial. Comienzan con sentimientos positivos exaltados —lo grandes, lo especiales que somos—. Más tarde, cuando ya empezamos a identificarnos con el grupo, comienza el aleccionamiento a odiar. Así surgen todos estos movimientos nacionalistas, independentistas, populistas. Cargados de un gran discurso emocional, cuidado y elaborado, ofrecen una doctrina que a sus líderes les da poder. Esto no es nuevo, es simplemente la historia de la humanidad.— Cristina Sande Cecchi. Zaragoza.
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