Excelencia
Másteres y currículums acumulativos son las banderas de ese modelo que abandona a su suerte a los estudiantes con menos posibilidades
Durante años llevé al colegio y al instituto alternándome con sus padres a un compañero de mi hijo del que esta semana hablan todos los medios de comunicación por las palabras que pronunció ante las autoridades educativas de Madrid en la entrega de los premios de excelencia a los alumnos más destacados de la región. Paco Tomás y Valiente, nieto del constitucionalista asesinado por ETA, como han destacado todos los medios, fue desde muy pequeño un niño especial, con una inteligencia superior a la de sus compañeros, pero, a la vez, con un sentido común que le ha hecho no perder la cabeza, como ha demostrado con su discurso ante unas autoridades educativas de las que las crónicas dicen quedaron descolocadas ante lo inesperado de su intervención. Que en la entrega de unos premios a la excelencia académica, ese vellocino de oro de cierta política educativa, la que basa todo su esfuerzo en premiar a los mejores olvidándose del resto, el alumno más excelente de todos diga que la excelencia no puede anteponerse a la equidad y que “no solo son excelentes aquellos que obtienen óptimos resultados, sino muy especialmente quienes consiguen progresar desde circunstancias menos ventajosas, en ocasiones con problemas familiares, aprietos económicos o dificultades de aprendizaje”, es un disparo en toda la línea de flotación de un sistema que copia lo peor de otros, especialmente de aquéllos correspondientes a los países que han hecho de la competición entre los alumnos la traslación a la educación de su modelo de sociedad. Excelencias, másteres, currículos acumulativos son las banderas de ese modelo que abandona a su suerte a los estudiantes con menos posibilidades, ya sea por economía, ya sea por capacidad.
“No podemos permitir que el olvido de nuestra suerte presida esta celebración”, terminó Paco Tomás y Valiente su discurso y sus palabras quedaron sonando como balazos sobre las autoridades presentes en el acto, que tardaron, según dicen las crónicas, en reaccionar a ellas, pues estaban allí para otra cosa. El presidente de la Comunidad de Madrid, en concreto, para anunciar la inversión de otros 6,7 millones de euros en becas de excelencia destinadas a 3.215 alumnos el próximo curso. ¿Qué pasa con los demás?, le habría preguntado Paco de no haber terminado ya su discurso, ese discurso de la excelencia que ha sorprendido a todos, pero no a mí, que lo conozco desde que era pequeño y que sé de su calidad humana, la verdadera excelencia de las personas, esa que no dan las notas ni se consigue a base de dinero y que debería ser el primer objetivo de cualquier sistema de educación que se precie.
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