_
_
_
_

En 1994, con 12 años, yo inventé el “género fluido”: una historia real

Siendo un niño de pelo largo y raya al medio, un día, sin quererlo y en una comida familiar, me salté las barreras del género y me gané mi primer admirador

Guillermo Alonso
Un niño masca un chicle frente a un puerto pesquero.
Un niño masca un chicle frente a un puerto pesquero.Getty Images

Cuando tenía 12 años vi El cliente y quise tener el pelo como Brad Renfro, con flequillo alborotado y rebelde. Lamentablemente, en vez de parecer un atractivo púber camorrista y fumeta, como yo pretendía, mi cabello liso y mi raya al medio me dieron más bien aspecto de poeta dieciochesco. Un día salí de la piscina con mi melena mojada, fui a una hamburguesería cercana y la camarera me preguntó: “¿Qué te pongo, bonita?”. Me quedé paralizado un segundo y, con mi voz aún aguda, respondí: “Un perrito caliente”.

La cosa se repitió un mes después, cuando invitaron de nuevo al señor y en la sobremesa, ya borracho, se acercó a mí sigiloso y repitió la frase: “¿Y esta niña tan guapa?”

Seguí yendo por allí durante unos meses, ella siguió llamándome “bonita” y yo nunca la corregí. Era mi pequeña travesura, mi flirteo secreto con el travestismo. “Ya me saldrá bigote”, pensaba yo. “Ya iré a comprar perritos a otro lado”. Pero un día la travesura me siguió hasta casa. Un amigo de mi abuelo apareció en una comida familiar, se acercó a mí tambaleándose por culpa del vino y preguntó: “¿Quién es esta niña tan guapa?”.

Resulta que también parecía una niña con el pelo seco, maldita sea. “¡Es un niño!”, chilló mi abuelo con su honor herido después de que confundieran con una chica a su único nieto varón (después llegarían cuatro más, a Dios gracias).

La cosa se repitió un mes después, cuando invitaron de nuevo al señor y, en la sobremesa, ya borracho, se acercó a mí sigiloso y repitió la frase: “¿Y esta niña tan guapa?”. Mi abuelo optó esta vez por un sano ejercicio de psicología inversa y, en vez de gritar lo que yo era, aclaró lo que no era: “¡No es una niña!”. Su amigo exclamó galante: “¡Claro que no es una niña! ¡Es toda una mujer!”.

Creí oír una explosión, tal vez la cabeza de mi abuelo Alberto. Pero yo estaba contento: aunque me considerasen una adulta antes que un adulto, ¡había crecido! Cuando alguien habla hoy del género y sus variantes, me aburro. ¡Qué antiguo! Eso lo viví yo a los 12 años, justo después de ver El cliente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_