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CLAVES
Columna
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La guerra de las plumas

Rajoy no ha sabido imponer su relato sobre lo que acontece en Cataluña

Máriam Martínez-Bascuñán
Carles Puigdemont abandona la prisión de Neumuenster, Alemania.
Carles Puigdemont abandona la prisión de Neumuenster, Alemania.FABIAN BIMMER / REUTERS

Fue un momento luminoso del Partido Laborista británico. Un joven y carismático Blair entraba en política sabiendo que la imagen de un Estado se construye activamente, y que el poder blando consiste en imponer tu relato de país en el exterior. "Cool Britannia" fue el emblema elegido para proyectar a nivel global una cultura en auge, con sus tendencias de moda, su Britpop y su nueva industria. Lo británico seducía, era cool,molaba.

La nueva Diplomacia Pública comprendió que las disputas políticas se dirimen en la esfera comunicativa. Las relaciones inter-estatales debían impactar en la opinión pública de los países, instrumento fundamental para permear la acción de los gobiernos. Correspondía a las instituciones construir narrativas para seducir a las audiencias, enmarcando la realidad y mostrando una representación del mundo identificada con una agenda política.

Esto, que sabemos desde hace años, es justo lo que se le escapa a nuestro gobierno de registradores y abogados del Estado, que restringe la política al puro cálculo jurídico; el independentismo, por contra, entiende lúcidamente el sex-appeal del agitprop. Por eso no sorprenden los comentarios que llegan desde Alemania por boca de ministros socialdemócratas: solo han tenido acceso a una de las versiones del conflicto. Rajoy no ha sabido imponer su relato sobre lo que acontece en Cataluña y la cosa tiene bemoles, pues esto va de la supervivencia de su propio Estado.

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Su desidia comunicativa encuentra la mejor expresión en las declaraciones de Dastis: el problema “debe resolverse entre jueces, separado de las opiniones políticas”. ¡Craso error! Pero ayuda a entender su incapacidad para conectar con la sociedad civil europea. Porque la democracia no es solo ajustarse a las normas, sino un debate incesante sobre conceptos y palabras que son, según nos enseñó Hobbes, “las monedas que los hombres sabios manejan en sus cálculos”. Hoy, como entonces, debemos aprender a seducir con elocuencia, salir de la petrificación del tecnócrata y entrar en la más vistosa “guerra de las plumas”; batallar, en fin, con argumentos poderosos, pues existen, y lucen. Pero Rajoy (¡Ay!) ni está ni se le espera. @MariamMartinezB

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