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Columna
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Doble bloqueo

Desde que dejamos el bipartidismo tenemos un problema de gobernabilidad

Eloísa del Pino
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en La Moncloa.
Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en La Moncloa.Uly Martín

Reconozcámoslo, estamos metidos en un lío y no sabemos cómo salir. Desde que abandonamos el bipartidismo, como votantes, disponemos de más opciones para elegir pero tenemos un problema de gobernabilidad que nos impide resolver las dificultades. Los partidos con mayor número de escaños en el Congreso, PP y PSOE, están bloqueados y piensan más en los votos de las próximas elecciones que en políticas que solucionen nuestros asuntos.

Nos enfrentamos a tres grandes problemas de Estado. Uno atañe al inequitativo reparto de los frutos de la recuperación y la necesaria remodelación de nuestro modelo bienestar. Este problema está relacionado con otro importante que es el de la financiación, aquellos ingresos que sirven para invertir en las políticas económicas y sociales competencia del Estado central y las comunidades autónomas. Y tan o más serio que los asuntos anteriores es la necesidad de reintegración constitucional de Cataluña y la reconciliación social.

En otros países, tamaños problemas se intentarían resolver con una gran coalición. ¿Por qué aquí no? Los dos partidos que podrían impulsar soluciones efectivas mediante pactos de Estado están bloqueados por la competencia electoral del postbipartidismo. Dado la mejora de la economía y el empeoramiento de la situación catalana, cualquier Gobierno debería tener como prioridad abordar estos tres graves asuntos. Sin embargo, el PP se encuentra con que cualquier iniciativa para apaciguar al soberanismo choca con la competencia de su principal adversario electoral en la derecha, Ciudadanos, y mejorar la financiación del Estado es complicado frente a quien también propone bajar los impuestos.

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El PSOE está aún más bloqueado. Sería el único que puede ofrecer un impulso definitivo al Gobierno para buscar soluciones pero, para empezar, la mochila de corrupción del PP pesa mucho. Podemos trataría de obtener réditos por el solo hecho de colaborar con la derecha. El PSOE siente el aliento de Ciudadanos, inflexible en Cataluña y que ha salido de la comisión para la reforma del Estado autonómico. Deseosos de bajar impuestos, acusan al PSOE de solucionar todo con gasto e incremento de la presión fiscal. El propio PSOE se ve atrapado por su no es no, quizá sin motivo porque el contexto en el que negó el apoyo al PP no era el actual. Finalmente, su oposición interna le impide incluso apoyar las propuestas del PSC.

¿Es posible salir del doble bloqueo? Un buen presidente no desearía pasar a la historia como el presidente de los recortes y la pasividad que contribuyó al embrollo catalán. Algunos pensarán que pedir a los líderes de Gobierno y oposición que ignoren su interés electoral inmediato es ingenuo, pero se han dado casos en los que perseguir el noble objetivo de solucionar los problemas de los gobernados se ha recompensado en las urnas.

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