Y no pasa nada
Aunque la noticia no llegue a tener la repercusión social que pueda alcanzar la boda o el divorcio de alguna celebridad, la muerte del último ejemplar macho de rinoceronte blanco del norte en el mundo es un acontecimiento que debería llevar a la reflexión, ya que no ha sido fruto de un cambio climático o una enfermedad infecciosa, sino de la acción directa y descontrolada del ser humano al convertir el cuerno de estos animales en una mercancía de alto valor económico (se estima que en el mercado negro llega a superar los 50.000 euros por kilogramo). Y ¿cuáles son los motivos desencadenantes de una cacería ilegal y continuada que sitúa a una especie animal con larga presencia en la Tierra al borde de la extinción? Pues según parece, atribuir a los cuernos supuestas propiedades curativas y afrodisiacas, así como su utilización para empuñaduras y otros elementos de lujo, han sido determinantes para llegar a esta situación. Y no pasa nada, aunque perdamos vida y diversidad animal y formemos islas de basura en los océanos.— Alejandro Prieto Orviz. Gijón (Asturias).
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