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Tentaciones

Adultos que se alimentan de potitos

No solo es por pereza a la hora de cocinar, hay una verdadera legión de adictos que disfrutan con su sabor

El poeta y periodista Sergio C. Fanjul.
El poeta y periodista Sergio C. Fanjul.

Cuando escucho la palabra potito, me viene a la cabeza el llanto desconsolado de un bebé, todo él manchado de puré y el rostro desencajado del padre que trata de hacer el helicóptero con la cuchara para llegar a la boca de su retoño. De haber existido los potitos en la época de Dante, en el siglo XIV, estos hubiesen formado parte de la descripción que este hace del infierno en su obra La Divina comedia. Así que me pregunto, ¿quién en su sano juicio querría perpetuar esta tortura infantil en su edad adulta?

Pues muchos. Uno podría pensar que tomar potitos en edades avanzadas es más cosa de vagancia, por no ponerse a cocinar, que de gusto. Pero no. Escuchar a Sergio C. Fanjul hablar acerca de su pasión por estos purés imposibles y lo que disfruta descubriendo nuevos sabores debe ser parecido a escuchar un monólogo de Arguiñano sobre las bondades del perejil. “Empecé a tomar potitos cuando llegué a Madrid a estudiar y comencé a responsabilizarme más de la comida. Entonces estaba pelado de dinero y recordé que los potitos no estaban malos y son baratos y en efecto, le cogí el gusto otra vez. Ahora los tomo casi con la misma frecuencia con la que como espaguetis u otra cosa”.

Un potito lo puedes comer a cualquier hora del día, como cualquier comida. Fanjul los utiliza de primer plato. “Si tengo un filete con patatas, de primero caliento un potito y me lo como en una cazuela de barro, como si fuese un puré”, explica. Desde que los retomó, hace ya 15 años, no ha dejado de experimentar con todo tipo de sabores. Es tal su pasión, que durante un tiempo se dedicó a escribir micro críticas en Facebook de los nuevos potitos que probaba. Las marcas incluso se interesaron en su trabajo y comenzaron a regalarle sus productos para que hablara de ellos en las Redes Sociales.

"Estaba pelado de dinero y recordé que los potitos no estaban malos y son baratos y en efecto, le cogí el gusto otra vez. Ahora los tomo casi con la misma frecuencia con la que como espaguetis u otra cosa"

Los que ya lo conocían no se extrañaron de su gusto por estos purés, incluso su novia llegó a aficionarse a ellos. Muchos de sus contactos aprovecharon su salida del armario potitil para identificarse con este placer oculto. Y no fueron pocos los que vociferaron con orgullo que hay días que mejor que una tortilla de patatas y cebolla, se comerían un potito de lasaña a la boloñesa. La gran variedad de recetas da para un extenso libro de cocina. Pronto se sumaron al carro marcas dirigidas a un público más joven y urbanita que ofrecían, entre otros, potitos con sabor a pollo al curri y otras delicatesen internaciones.

Pero, ¿es sano comer potitos de adulto? Alberto Rodríguez es preparador físico del Rayo Vallecano y nutricionista. Fue campeón de España de aros y practica todo tipo de deportes. Lleva una dieta muy controlada que casi excluye la carne y el pescado. Los potitos son parte de su día a día, sobre todo los de verdura. Aunque reconoce que el alto contenido en azucares los convierte en perjudicial para la salud. “Realmente yo no recomendaría comer potitos por su alto nivel de azúcares activos y también por los conservantes que tiene. Aunque comerlos una vez al mes no es más malo que cualquier bollería procesada”, asegura.

Como no es lo mismo que te lo cuenten a probarlo tú mismo y esto es periodismo del serio, esta mañana he ido al supermercado y he comprado dos tarritos, uno de arroz con pollo y otro de crema de bechamel con lenguado, ambos de la marca Heío. Hay muchas marcas de potitos. Las más comunes, además de la que he comprado, son Nestlé, Smileat o si te va lo ecológico Bia y Holle. Espero tragarme mis expectativas.

En lo primero que me fijo es que estas mini dosis de comida triturada y envasada tienen un algo en su estética que hace que me cueste abrirlos. Los tarros son tan pequeños y cucos que pienso que quedarían genial apilados en mi estantería. Junto a los libros de ciencia ficción. ¿Serán los potitos la comida del futuro? ¿Se atreverá algún día la alta cocina a triturar sus creaciones para servirlas como puré en hermosos cuencos de barro? ¿Para cuándo un potito de huevos rotos con chorizo? Preguntas para las que no estamos preparados.

Fanjul, experto en potitos, me aconseja iniciarme (eso está por ver) con el de arroz con pollo. Sin más, giro la tapa y desvelo el contenido de mi comida. Lo primero que me llama la atención es que ambos purés, el de crema de bechamel con lenguado y este tienen el mismo color, un tono zanahoria. Será algún tipo de colorante, pero no entiendo por qué no diferenciar la carne del pescado. A primera vista me fijo que una capa solida y alargada de puré quedó atrapada en la rosca del bote de cristal y una sustancia líquida que parece agua baila sobre la superficie. Me recuerda a los yogures griegos, de hecho, en este momento pienso que ojalá fuese un yogur griego.

Lo mejor es probarlos

Me hago con una cuchara pequeña, no creo que la grande quepa en el frasco. Trato de removerlo pero está demasiado espeso, como gelatinoso, así que lo pincho varias veces con la punta. Al hacerlo, provoco que se liberen los olores. Huele a atún, ¿esto no debería oler a pollo? Me pregunto asustado. Sin miedo, relleno con un poco de puré la cuchara y la acerco a mi boca con la misma precaución con la que lo haría si se tratase de sopa hirviendo. Intento concentrarme en los sabores. Busco el arroz primero. El pollo, después. Nada, ni rastro ¿Y si lo caliento? Nada. Quizás sea cosa mía, así que llamo a mi compañera de piso, que es de Venezuela y se lo doy a probar sin revelarle los ingredientes. Primero me dice que no le sabe a nada, y después, creo que por apuro, que le recuerda a la masa con la que se hace la hallaca. Vale, no he superado la primera prueba.

"Pronto se sumaron al carro marcas dirigidas a un público más joven y urbanita que ofrecían, entre otros, potitos con sabor a pollo al curry y otras delicatesen internaciones"

El segundo potito es de crema de Bechamel con lenguado, un plato que en su forma tridimensional no me importaría comer ahora. Esta vez pruebo algo diferente, leo las indicaciones del etiquetado. “Recomendamos abrir el frasco y remover con una cuchara antes y después de calentar al baño maría o en microondas. Probar antes de dar al bebé”. ¿Probarlo antes de darle al bebé? ¿Por qué? Como soy un adicto a Juego de tronos se me ocurren varios motivos, pero lo más probable es que sea para que no se les queme la boquita. El primer potito, el de arroz con pollo, lo vertí en un cazo y lo calenté a fuego medio. No soy experto en cocina, pero creo que no importará mucho la forma de cocerlo.

Cuando el tarro se ha calentado y el puré ha quedado un poco más diluido introduzco la cuchara y vamos al lío. Reconozco que la textura es levemente diferente de la de arroz con pollo, se nota el espesor de la bechamel aunque juraría que tiene el mismo sabor a atún que el primer potito. Aunque esta vez no es un problema, porque imagino que un bebé no tiene el paladar entrenado para distinguirlo de la merluza. Un adulto es otra cosa. En general, ambos potitos me resultan bastante insípidos y con un sabor poco deseable. Aunque sobre gustos no hay nada escrito.

“Mi preferido es el de filetes con patatas. El día que no me apetece hacer la comida o estoy mala, ese día me como uno”

Queda claro que los potitos no van a formar parte de mi dieta, pero hay adeptos por todo el mundo impacientes por saber cuál será la nueva creación. Lo suyo es auténtica devoción por los platos triturados. Es el caso de Eva Benítez, que reconoce que en su cocina siempre hay al menos un tarro de potitos. “Mi preferido es el de filetes con patatas. El día que no me apetece hacer la comida o estoy mala, ese día me como uno”, asegura. No recuerda el día exacto que retomó esta afición, pero sí que su familia se movía mucho cuando era pequeña y estos purés eran muy habituales en su alimentación.

Si eres de los que se levantan a las tres de la mañana, cuando todos duermen, para sacar de tu escondite secreto un potito, ya puedes dejar de hacerlo porque no estás solo. Como tú hay una legión de potito adictos que orgullosos blanden su bandera. Potitos de lasaña, de verduras, de ternera con verduras, de verduras con trucha, de menestra de cordero, de arroz con pollo… los hay para todos los gustos, y son para todas las edades. No es más malo que un donuts. ¿A qué esperas?

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