Pablo López: “Regresar a OT me removió bastante”
Alejandro Sanz ayudó al cantante a comprender cómo se equilibra ser íntimo y al mismo tiempo comercial
Volvió a Operación Triunfo diez años después de su participación como concursante (quedó segundo), y esta vez venció. Pablo López cantó El Patio en la última gala y fue el protagonista de la noche con una actuación al piano repleta de sentimiento. Las emociones mueven a este artista malagueño de 33 años “de un modo radical”, según sus palabras. “Estos últimos años había dejado poco espacio en el disco duro para la experiencia que fue OT y me costó reaccionar, pero me removió bastante. La satisfacción fue plena al conseguir lo que no pude entonces. Cuando estaba allí dentro pensaba en la gente, en la cámara. El Patio consiguió que me evadiera del todo”, confiesa. Además de esa interpretación, lo más comentado fue su consejo a los participantes de esta edición: “No os olvidéis de la libertad”, les dijo. “No me refería al programa ni al jurado y no he cerrado un círculo el pasado lunes. De hecho abrí otro chorro de lo que es lo mío, que es vivir intensamente. Hablaba de la libertad que se puede conseguir con las canciones”, asegura el autor de Camino, Fuego y Libertad. Un álbum encaminado a confirmarle como uno de los grandes de la música española.
Transmitiendo la misma paz que con sus canciones en una conversación, Pablo López insiste en la libertad. “Es conocerte a ti mismo y no tener miedo a conocer lo bueno y lo malo que hay en tu corazón”. Artísticamente se siente libre dentro de la industria discográfica, “a la que no he visto las garras y nunca ha dudado de mí”. Una conquista culminada años después de su etapa de triunfito. “Es divertido, pero no es importante ni determinante estar en un concurso de televisión. Cuando salí de OT no había hecho méritos para vender un solo disco, solo para vender la marca OT, algo totalmente lícito. Volví a los bares, a hacer mis canciones. Hasta el día que me di cuenta de que tenía que ser honesto con lo que sentía. Fue en abril de 2013, y ahí empecé a tener una carrera”. El fuego que también da nombre a su nuevo disco “es vivir así, algo bellísimo pero que a veces quema, porque cuando tienes las puertas de par en par a veces entran fantasmas y virus”, se sincera.
Su último trabajo es el más personal, “pero es una introspección en sentimientos que no atañen a terceras personas. Es un viaje interior no autobiográfico, por eso la gente se siente tan identificada”, puntualiza. Fue Alejandro Sanz quien le ayudó a comprender cómo se equilibra el ser tan íntimo y al mismo tiempo comercial. “Me dijo cuando escuchó El Patio: estoy feliz por ti porque por fin te has abandonado a tu destino de músico. Me quedé 24 horas pensándolo. Significa que he puesto el foco sin querer en no contar nada. Estoy desnudo, dedicado y obsesionado en expresarme a través de este lenguaje. Incluso olvidándome peligrosamente de todo lo demás”, advierte con una “honestidad brutal” que considera su gran valor como artista, además del “boca a boca de los teatros y auditorios”. Precisamente se habla de él como el nuevo Alejandro Sanz. “No atiendo a esas comparaciones aunque es un halago superlativo. Me da mucho pudor, es algo que simplemente sirve para alimentar la vanidad”, afirma.
Disfruta de su mejor momento centrado en el trabajo. “La vida personal es esta conversación o coger el piano después, o preparar mi gira. Salir de marcha lo veo como un trabajo”. Con la fama han llegado los rumores de romances en la prensa, pero lo lleva bien. “No soy celoso de casi nada, no cierro puertas y lo aplico a mi vida privada. Si pierdo eso dejo de ser yo”, asegura antes de confesar cuál es su sueño. “Poder reírme sin que mi risa haga daño al oído o al corazón de nadie. Para ello necesitaré seguir tocando para la gente, pero sobre todo poder decir que no he caído en pozos de egoísmo en los que otros tienen que sufrir tu felicidad. Necesito mucho amor, muchas risas, pero de las limpias, de las bonitas”, concluye.
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