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MIRADOR
Columna
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Los derechos civiles

Martin Luther King tenía el perfil de los líderes bondadosos que construían un futuro con tenacidad, respeto y esperanza

Martin Luther King, Jr. durante un discurso el 25 de marzo de 1965 en Montgomery, Alabama. En vídeo, perfil de Luther King.Vídeo: STEPHEN F. SOMERSTEIN (GETTY IMAGES) / REUTERS-QUALITY

Este año coincide la festividad del día de Martin Luther King con su fecha de nacimiento, fue un 15 de enero de 1929. Esta particular onomástica se celebra en Estados Unidos el tercer lunes de enero y sirve para recordarnos a un santo del siglo XX que dio su vida por los derechos civiles. Se la arrebataron de un disparo, un 4 de abril de 1968, cuando tenía 39 años. Fue una vida llena de logros en una época en la que era impensable que los negros estadounidenses pudieran tener voz y sueños. A los negros de aquel entonces, solo les quedaba la fe, y con ella dialogaban esperando un milagro o una revolución.

Martin Luther King tenía el perfil de los líderes bondadosos que construían un futuro con tenacidad, respeto y esperanza. Fue un activista de la no violencia y la desobediencia civil como mecanismos de presión. Buscó construir una sociedad igualitaria y más justa. Sus esfuerzos llevaron su mensaje de reivindicación de los derechos civiles a todos los rincones de Occidente. Por eso, en 1964, le dieron el Premio Nobel de la Paz. Reconocían a un hombre joven, sabio y entregado que seguía las tácticas pacifistas de Gandhi, y nos obligaba a reflexionar sobre el dolor y la vergüenza del racismo y la segregación racial. Sus discursos educaban a las sociedades en la necesidad de entender que la defensa de la igualdad de todas las personas era un derecho en el que todos debíamos comprometernos.

Este año se cumplirá medio siglo de su asesinato y a su país le corresponde reivindicar más que nunca su legado. El Museo de los Derechos Civiles, erigido en su memoria alrededor de las habitaciones del Motel Lorraine en Memphis donde lo mataron, está lleno de documentos que constatan el horror que han padecido los afroamericanos. La historia no se puede cambiar, la esclavitud fue una institución deleznable que consolidó la riqueza de los blancos. Fue un episodio nefasto lleno de aristas que durante siglos reprimió y desintegró a los negros. Una vez erradicada con una guerra civil, no se aceptó sin embargo la igualdad de oportunidades en todos los Estados, y siguieron marginándolos, abocándolos a la pobreza y el fracaso.

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Estados Unidos tiene que asumir la responsabilidad multirracial de su cultura y analizar por qué la realidad de los negros sigue siendo distinta y profundamente injusta. Por lo general son más pobres, sufren discriminación y mucha violencia. La excepción de grandes figuras como el expresidente Obama no ha podido cambiar las raíces racistas todavía arraigadas, y que Martin Luther King denunció en su día.

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