De Admiral a Gosha: así es el 'boom' de las camisetas de fútbol en la moda
Las equipaciones triunfan, ya sea con el combo LA TI GO x Nike xDellafuente F.C. como colaboraciones de tiendas históricas de zapatillas como Patta o 24 Kilates
En un principio las camisetas de fútbol eran un elemento exclusivo de los jugadores, basta recordar el público de los partidos de los 50s para descubrir más sombreros y corbatas que camisetas. Hasta que Marlon Brando (Un tranvía llamado Deseo) y James Dean (Rebelde sin causa) no llevaron camisetas, usarlas en público era un atrevimiento. Las camisetas de fútbol, por otra parte, no eran distintas de cualquier otra camiseta; muchos equipos británicos tardaron décadas en bordar el escudo. De aquella época queda el uso de la palabra elástica para referirse a las camisetas de fútbol, una camiseta era una prenda interior que no debía ser visible.
Según Eugenio Palopoli (autor de Los hombres que hicieron la historia de las marcas deportivas), el primer logo en una camiseta de fútbol data de 1965, cuando Le Coq Sportif colocó su gallo en el pecho de Nantes, CSO y Lyon. Mucho años antes de que Nike se fundara e incluso antes de que Adidas diseñara su logotipo. Pero fue otra marca la que cambió el estilo en el que se diseñaron y vendieron los informes de fútbol. Admiral era una compañía de prendas interiores de Leicester que en 1966, después de la victoria de Inglaterra en la Copa del Mundo, pensó que el fútbol podía ser un buen modo de ampliar sus negocios.
"A principios de los ochenta, Ralph Lauren diseñó un uniforme Admiral para el NY Cosmos de Pelé en una maniobra que nadie comprendía"
Su primer acuerdo fue con el Leeds, que le exigía mantener sus líneas tradicionales en su primera equipación y le daba cierta libertad en la segunda, iniciando una tradición que, con reservas, se mantiene hoy. El uso del logotipo y el nombre en la camiseta todavía se veían con reservas. Admiral hizo dos cosas nuevas, crear chaquetas de calentamiento en las que podía mostrar su marca y diseñar una novedosa segunda equipación amarilla, un color anormal en los clubes ingleses y que solo fabricaba y distribuía Admiral. Parte del éxito venían de la mano de Lindsay Jelley, una diseñadora que desconocía las tradiciones del fútbol. Sus diseños eran atrevidos, sí, pero en un momento en el que explotaba el glam y los jugadores se convertían en héroes, los uniformes eran perfectos.
Don Revie, entrenador de Leeds United y principal valedor de Admiral, fue contratado por la Federación inglesa de fútbol para dirigir a la selección y con él llegó Admiral. La idea fue crear diseños distintos para que el único modo de representar a tu equipo fuera comprar la camiseta Admiral, nada de diseños planos. En Inglaterra, para vestir como tu selección en 1970 solo tenías que comprar una camiseta blanca y coserle un escudo. Diez años después, los niños necesitaban la camiseta Admiral, que además se presentaba como la primera replica oficial. El asunto llegó hasta el parlamento, donde el laborista Lord Islswyn pidió una investigación a Admiral por el abuso de su situación.
En otro intento por aparecer en los medios, Admiral llegó a firmar una prima de un millón de libras con la selección de Singapur si esta llegaba a vencer en la Copa del Mundo. También ficharon al árbitro Roger Kirkpatrick, a médicos para que colocaran su bolsa patrocinada bien visible mientras hacían uso del agua milagrosa y convirtieron en habitual las chaquetas durante el calentamiento para poder mostrar su marca. En julio de 1982 Le Coq Sportif llevó al extremo esta práctica al vestir a la selección italiana con sus chaquetas a pesar de que Barcelona estaba pasando en esos momentos por una histórica ola de calor.
"Sophnet, habían mostrado su interés por el fútbol en 1999, cuando crearon su propio equipo imaginario, F.C. Real Bristol, para diseñarles un vestuario único"
Las camisetas pasaron de ser un regalo infantil a una bandera para animar a tu equipo que dejaba de lado a los más fanáticos. El movimiento hooligan/casual ya tenía sus propias prendas fetiche, más cercanas al tenis. El motivo era sencillo, si ver un partido de fútbol puede acabar en una pelea, mejor no llevar prendas que te identifiquen ante los contrarios ni ante la policía.
Aún quedaba un campo por explorar, el que en principio parecía más lejano a los estadios de fútbol; la moda. A principios de los ochenta, Ralph Lauren diseñó un uniforme Admiral para el NY Cosmos de Pelé en una maniobra que nadie comprendía. Dos décadas después, Jil Sanders limaba los tacos de botas de fútbol Puma para calzar a sus modelos y Dirk Dikkembergs mostraba sus colecciones en el estadio de San Siro, pero tuvimos que esperar mucho más para que Kim Jones o Paul Smith diseñaran sus propios balones, Peter Saville recreara el uniforme de Inglaterra o Yohji Yamamoto se atreviera con la tercera camiseta del Real Madrid.
Otros japoneses, Sophnet, habían mostrado su interés por el fútbol en 1999, cuando crearon su propio equipo imaginario, F.C. Real Bristol, para diseñarles un vestuario único. Desde entonces las colaboraciones se han mantenido en el doble rasero del deporte y la moda. Gosha Rubchinskiy con Adidas y sus hooligans postsoviéticos, las constantes referencias de Palace a la alianza entre el patín y el fútbol, el agitador combo LA TI GO - Nike - Dellafuente F.C., Umbro con el músico de Nueva York Sporting Life SC o las colaboraciones de tiendas históricas de zapatillas como Patta (Umbro, Nike) o 24 Kilates (Hummel, consideradas por muchos la mejor equipación de fútbol de 2017). Ejemplos de cómo el fútbol se ha acercado a la moda siguiendo las pautas creadas por una olvidada Admiral.
Las 15.000 libras que Admiral pagaba a la Football Association en 1974 se convirtieron en 33 millones que pagó Nike en 2016. Aunque las cifras que se hacen públicas nunca son fiables, algunos clubes podrían triplicar y cuadruplicar esos números. Lo que nació como una idea de una empresa de ropa interior ha terminado como una mina de oro para clubes y federaciones. Admiral, la marca que inició todo, no supo responder a las deslocalizaciones y en 1982 se declaró en bancarrota para ser luego despiezada y vendida en trozos.
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