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Tentaciones

Sandro Giordano es el artista que convierte las caídas en arte

Su trabajo 'In Extremis (bodies with no regret)' busca denunciar la sociedad consumista en la que vivimos y el apego a las cosas materiales

Más imágenes del trabajo de Sandro Giordano aquí

Sandro Giordano comenzó siendo actor, pero antes había estudiado para escenógrafo y, finalmente, se decantó por la fotografía. El dato es importante en el desarrollo de In Extremis (bodies with no regret), un proyecto artístico del que ya lleva realizadas cuatro temporadas, porque lo que hace este italiano, afincado hace tiempo ya en Barcelona, es realizar pequeñas reconstrucciones (historias cortas, como él las llama) en las que se escenifican caídas en la calle de personajes anónimos interpretados por actores. Su objetivo: denunciar la sobreabundancia en la que vivimos, impulsados por la sociedad de consumo y nuestro apego a las cosas materiales.

Comenzó como un diversión que llevaba a cabo en las calles de Barcelona con su iPhone y ha ido cobrando fuerza, forma y también profundidad con el paso del tiempo. Llegamos a él a través de su Instragram y quisimos descubir más cosas sobre su trabajo y su proceso de creación.

¿Cómo llegas hasta la fotografía? Cuéntanos algo de tu biografía.

Vengo del teatro, he sido actor desde hace veinte años. Pero antes de todo, estudié como diseñador escénografo. Hace siete años, dejé mi vida en Roma (incluido mi trabajo) y me mudé a Barcelona con la intención de comenzar una nueva ruta, aunque todavía no sabía cuál sería. Trabajé en algunos bares como camarero y de vez en cuando iba a Italia para hacer una obra teatral que me encantaba. Un día en Barcelona, un poco por diversión, empecé a fotografiar con mi iPhone gente cayendo con el rostro en el suelo. Así llegué hasta la fotografía.

Dentro de tu interesante trabajo nos ha llamado la atención In Extremis, ¿cómo lo concibes?

Todo comenzó con una mala caída que tuve con la bicicleta unos meses antes de empezar. Mantuve un objeto en la mano que durante mi 'vuelo' no solté. Lo mismo le pasó a un amigo unas semanas después, se rompió una pierna para no dejar caer el teléfono entre las rocas del mar. En ese punto comencé a pensar que había algo patológico en nuestro apego a los objetos materiales. Y entonces, un poco por diversión como te dije antes, empecé a contar mi historia y la de otros personajes fantásticos.

Siempre aparece gente por el suelo, ¿por qué?

Porque hablo sobre un mundo que está cayendo. Todos pretendemos no ver lo que estamos haciendo en nuestro planeta. Elegimos dictadores que nos obligan a vivir en una democracia falsa que aceptamos en silencio. Provocamos guerras, desigualdades étnicas, destruímos la naturaleza y nuestras relaciones humanas viviendo con los ojos pegados a una pantalla. Claro que la gente se cae, no puede aguantar más.

¿Qué significan para ti estas caídas?

En lugar de tratar de analizar nuestra vida, explorando la parte más oscura de cada uno de nosotros, la llenamos de cosas materiales y a menudo inútiles. Vivimos en una sociedad de consumo que nos atrapa al convencernos de que cuanto más nos poseemos, cuanto más existimos. En mi proyecto juego justo con eso: la superabundancia. La sobrecarga emocional y material, la que de repente ya no puedes contener y colapsas al suelo.

¿Trabajas en escenario reales o haces recreaciones?

Me gusta hacer fotos en espacios reales como calles, balcones, escaleras, interiores de casas. Pero todo lo que pongo dentro está absolutamente escenografiado. En algunos casos reconstruyo entornos enteros, dando rienda suelta a mi primera pasión: el escenario. Trabajo principalmente con mis compañeros actores o personas, en cualquier caso, capaces de manejar su cuerpo y las extremidades en esas posiciones incómodas.

Dices que estas fotos son para ti como 'short stories', ¿trabajas con un guion previo?

Bueno, al principio todo era simple porque las caídas eran mucho más básicas: un modelo, dos botellas de Jack Daniels y una Fiat 500. Poco a poco quería contar historias más amplias, por lo que la preproducción de cada foto se hizo más larga. Escribo guiones reales, incluyendo la posición del modelo y el diseño de los objetos escénicos, pero lo tengo todo metido en mi cabeza, nunca lo pongo en un papel o en el ordenador. Lo que hago es escribir en una lista todo lo que necesito entre objetos, pelucas y trajes.

Se nota que hay denuncia, pero, ¿qué quieres denunciar?

Quiero denunciar, a través de la ironía, el mundo plástico en el que vivimos, con cada vez más caras plásticas y, sobre todo, amores plásticos.

In Extremis es lo opuesto a los selifes, no se ven las caras de los modelos con los que trabajas.

Si pudieras ver las caras de los modelos no podrías identificarte en ellos. Y entre otras cosas, se dice metafóricamente, que hay que golpear la cara para entender las cosas. Lo que le pasa a ellos.

Dices que te ha influido el cine mudo, ¿qué mas cosas te han influido?

Me gusta observar de cerca las neurosis de la gente, incluyéndome a mí. Estudiando y analizando todas las obsesiones posibles para que la foto salga como quiero. La vida cotidiana es sin duda lo que más inspira mi trabajo. De las películas de Charlie Chaplin me inspira al concepto de “caída”, de choque contra una pared. Siempre ha sido lo que me hace reír más.

En qué estás trabajando ahora mismo...

Actualmente estoy terminando de rodar una serie documental para la televisión italiana. Se títula: Ghost Town. Voy dando vueltas por el mundo, descubriendo y explorando ciudades abandonadas. También, dentro de una semanas voy a empezar la preproducción de la quinta temporada de In Extremis (bodies with no regret), ya tengo nueve-diez fotos listas... Siempre ronda mi cabeza (risas).

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