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Tasa rosa: las compresas y tampones tienen el mismo IVA que el caviar

Algunos países, como Canadá, Irlanda y Kenia, no aplican ningún impuesto a estos productos

Isabel Valdés

Comprar un paquete de compresas en Madrid es fácil, basta con acercarse a cualquier farmacia, tienda de ultramarinos o supermercado y por tres o cuatro euros lo tienes. En Irán, encontrar uno puede llegar a convertirse en la búsqueda del Santo Grial; en China, compresas las que quieras, pero de tampones mejor te olvidas; y en casi cualquier país de África, ni tampones ni compresas ni, a menudo, noticia de la existencia de estos productos. Tener la regla es una molestia en cualquier lugar, pero, dependiendo del país, puede convertirse en un trastorno, en un obstáculo o, directamente, en un infierno.

Este proceso fisiológico acompaña a la mitad de la humanidad durante, al menos, tres décadas a lo largo de su vida. ONU Mujeres calcula que un 26% de la población mundial está en edad reproductiva. Es decir, unos 1.800 millones de mujeres que cada mes menstrúan durante un periodo de entre dos y siete días. Pero ni siquiera esas cifras han conseguido que la regla sea algo normal: quedan lugares donde no solo no es algo corriente, sino que es un tabú, rodeado de supersticiones, prejuicios y miedos que convierten a la mujer en poco más que un desecho.

La poca información en los lugares menos desarrollados, y la falta de normalidad en el resto, hacen que la menstruación quede relegada en la lista de prioridades sanitarias y presupuestarias de la práctica totalidad de estados. El resultado es una diferencia abismal entre países, no solo en el acceso a estos productos sino en los impuestos con los que están gravados y en su precio. Unas desigualdades que recorren un camino paralelo al de la situación de la mujer en esos lugares.

La tasa tampón

Más de 12 euros cuesta una caja de tampones en China (donde solo el 2% de las mujeres los usa), apenas dos se pagan en Inglaterra o en Kenia, casi cinco en Ecuador… Los productos de higiene femenina son caros, muy caros o desorbitados, según los países y según sus salarios mínimos. Sobre todo si se tiene en cuenta que son una necesidad propia del sexo, sin ningún tipo de capacidad de elección: si eres mujer, tienes la regla. Punto.

Los productos que cubren necesidades fisiológicas deberían contar como artículos de primera necesidad, tener el precio que corresponde y el impuesto adecuado. Pero esa no es la realidad, y no está cerca de serlo. En España las compresas y los tampones tienen el mismo IVA que el caviar, el 10%. Con una excepción: el Gobierno canario anunció el 1 de octubre que suprimirá este impuesto. En Eslovaquia el porcentaje llega al 20%; en Argentina al 21%; y en otros países como Luxemburgo el gravamen no supera el 3%, únicamente porque están dentro del conjunto de productos farmaceúticos con este tipo.

Aun con este desequilibrio, algo bulle desde hace varios años, creciendo poco a poco en todas las latitudes: el movimiento contra la llamada tasa tampón a través de la naturalización de la regla en el discurso. Políticos, organizaciones y sociedad civil se rebelan contra unos impuestos que encarecen todavía más estos artículos. Kenia abrió el camino en 2004 con la exención y desde 2011, con la ONG ZanaAfrica, hace una inversión anual para distribuir compresas gratis en los colegios -aunque todavía es un proyecto que no ha terminado de funcionar, las roban o se agotan rápidamente-.

Junto al país africano, Irlanda, Canadá, nueve estados de EE UU (Connecticut, Florida, Illinois, Maryland, Massachusetts, Minnesota, New Jersey, New York y Pennsylvania), la ciudad de Chicago y las Islas Canarias (desde el pasado 31 de octubre) tienen exención de impuestos para estos artículos; y en el resto del mundo, tres han conseguido el IVA reducido. En Europa, Francia e Inglaterra gravan al 5,5% y al 5%, respectivamente, el mínimo permitido -según la normativa europea estos productos pueden tener tipo reducido siempre que no sea inferior al 5%-. Y Colombia, al 5%, es el único país de Latinoamérica que ha dado este paso.

El debate, sin embargo, está abierto en muchos otros, tanto a nivel social como político e institucional. Chile, Argentina, Ecuador o Brasil en Latinoamérica. Muchos de los estados norteamericanos donde todavía no se ha conseguido rebajar el impuesto como California o Wisconsin. También en Malasia y en India hay peticiones. En Australia, desde 2015, varias organizaciones y políticas intentan que tampones y compresas queden fuera del impuesto que grava a bienes y servicios. Y en Inglaterra, los supermercados Tesco rebajan, desde el pasado septiembre, los precios de más de 100 productos de higiene femenina y se han hecho cargo de la tasa que aplica sobre ellos para que no tengan que pagarla sus clientas.

La higiene femenina es una necesidad, no un lujo, y las políticas y las leyes deberían reflejarlo. La revolución roja para conseguir una nueva conquista en términos de igualdad ha llegado, tal vez un poco tarde, tal vez algo lenta, pero imparable.

1.872 días con la regla

Jaime Rubio Hancock

JAIME RUBIO HANCOCK

Las mujeres tienen su menarquía o primera regla en torno a los 12 años, según un estudio publicado en la revista científica BioMed Research International.

Este trabajo apunta que hay algunas variaciones geográficas: para las mujeres blancas, la media está entre los 11,96 y los 12,93 años, aunque las mujeres del sur de Europa tienen su primera regla algo antes que en los países del norte. En Estados Unidos, las latinas también tienen su regla antes que las mujeres blancas y afroamericanas. En Asia, la media ha bajado de los 13 a los 11,67 años en las últimas décadas. En el trabajo también se apunta que hay pocos datos de mujeres africanas.

Según un informe del Instituto de la Mujer, dependiente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, la menopausia llega a las mujeres españolas a los 48 años. Eso significa que pasan unos 36 años con la regla. A 13 periodos por año, eso son 468 veces. Y a cuatro días de media cada vez, 1.872 días. Es decir, algo más de cinco años con la regla.

A pesar de esta cifra, no resulta fácil encontrar datos sobre este tema quizás porque aún se considera en gran parte tabú.

Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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