Cultura de parking: aquellos jóvenes empresarios de la Ruta
En esta nueva realidad las discotecas valencianas van a masificarse de tal forma que van a desbordar sus propios edificios
Es posible que este diario de grabación sirva también para encontrar una expiación después de casi un año de investigación y entrevistas. La sensación de abocarse a un revisionismo feliz de la Ruta le persigue a cualquiera que trata de desenterrar el relato de los 80. También parece inevitable someterse a la potencia de las luces de esa década y rendirse ante la penosa situación del fenómeno en los 90. Penosa en lo cultural por agravio comparativo y brillante en la cuenta de resultados, que quede claro.
Parece inevitable, insisto, aceptar que hubo un origen auténtico y lúcido, ajeno a los focos de interés mediático (a la sombra de la Movida), poco contado y ahora interesante desde el análisis sociológico. Ese lado bello de las cosas y, en fin, otro escenario totalmente distinto a partir de 1991. Un punto de ruptura que, con ánimo de generar conceptos más estéticos en el eje cronológico, se sitúa entre junio y julio de aquel año con el fulgurante lanzamiento de Así me gusta a mí, la canción de Chimo Bayo producida por German Bou.
Llegados al séptimo episodio, manejamos el curso de los acontecimientos en la bisagra que une a dos décadas muy diferentes. Estamos cerrando la ventana al underground con DJ’s y locutores como Jorge Albi, Toni Vidal, Fran Lenaers, José Conca o David ‘El Niño’. Estamos abriéndonos a una nueva realidad en la que las discotecas valencianas van a masificarse de tal forma que van a desbordar sus propios edificios, ocupando el parking e imprimiendo una nueva visión sobre aquellos jóvenes empresarios.
El cambio de década, como resume Ricard Pérez Casado, alcalde de València durante los 80, “coincide con la primera oleada demográfica que ya no se siente vinculada al pasado [a la lucha contra el franquismo]. Es la ruptura con ese ámbito de fiesta, risa, diversión y trabajo creativo. Creo que es ahí donde se acaba una etapa y empieza la Ruta”.
A finales de los 80, gestores de sala como Vicente Pizcueta –a punto de hacer el tránsito a Barraca, quien había sido su competencia hasta la fecha–, siguen apostando por el diseño y el cómic en la comunicación de la Ruta. Albi (BarracaBar) y Santamaría (Radical Records) mantienen una relación cada vez más fluida con Mánchester. Ese flujo de confluencia lleva a bandas como James, Inspiral Carpets, The La’s o Happy Mondays a actuar en Valencia. Son las fiestas de La conjura de las danzas, el programa radiofónico de Albi que reúne a una decena de grupos entre británicos y españoles en un día. En esos fines de semana, con espacios de esparcimiento urbanos, exposiciones fotográficas y algo de escénicas, ¿estábamos asistiendo al germen de los actuales festivales de música?
La autenticidad del fenómeno, el lado contracultural de aquellos jóvenes espoleados por el final del franquismo, se han agotado casi por completo para 1989. En el cambio de década, la inquietud por la cartelería y las conexiones con los mundos de la moda, el diseño y el cómic es mínima (salvo contadas excepciones). A cambio, los empresarios han empezado a profesionalizar sus equipos y el ecosistema de salas ya ocupa un territorio amplio con decenas de posibilidades.
Con miles de personas paseándose por aquellos locales, con España recién sincronizada con la Unión Europea, la OTAN y cuantos valores de mercado hicieran falta, ¿quién iba a resistirse a juguetear con la cuenta de resultados? Los empresarios pierden poco a poco la inocencia y los dj’s también. El pinchadiscos deja de ser un trabajador más por y para la sala y sus marcas destacan cada vez más. Sucede con Fran Leaners ya fuera de Spook, con los últimos coletazos de Toni Vidal y con el incipiente fenómeno de Chimo Bayo.
En el abrazo a la masificación, los locales no son suficientes para contentar a los beneficios posibles. Así nace la cultura de parking, con auténticas apuestas decididas como las de N.O.D., donde el tándem Clemente Martínez – Kike Jaén será el último en incorporarse a los nombres propios y de peso para el fenómeno. Nombres propios que, por cierto, rara vez tienen voz de mujer. En este episodio exploramos el rastro de su papel capital en la Ruta y conectamos algunas de sus voces.
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