Bienvenidos
En la secuencia final de Bienvenido, Mister Marsall llueve, y la lluvia desinfla las fantasías, pone a los vecinos a arar sus campos, arrastra las banderas por los albañales… Esa escena fue protestada por el nacionalista americano Edward G. Robinson cuando la película se presentó en Cannes. Ahora necesitamos más que nunca que llueva, no solo para que se rieguen los campos y se llenen los pantanos, sino para que, al igual que en la película, los arroyos vuelvan a correr llevándose los decorados de esta locura.— Ángel Royuela Rico. Palencia.
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