Noroeste
Es nuestra tierra remota, ignota y abandonada no solo desde el punto de vista demográfico y social sino política e informativamente
Mi paisano Antonio Pereira, autor de cuentos magníficos y dueño de un sentido del humor que uno no ha vuelto a encontrar muchas veces, usaba siempre el término Noroeste para referirse a esa región cultural y suprapolítica con la que se sentía identificado tanto como persona como escritor; una región que coincidiría con el primitivo reino de León, que integraba en un mismo territorio las actuales regiones de Galicia, Asturias, las tres provincias leonesas (León, Zamora y Salamanca) y el norte de Portugal. El Noroeste nombraría así para Antonio Pereira ese espacio mítico que la literatura de los escritores nacidos en él se arraigaría culturalmente con independencia de su nacionalidad.
Como nacido en el Noroeste comparto plenamente con Pereira esa geografía con la que se identificaron también autores como Cunqueiro, Ánxel Fole, los poetas y gaiteros de La Raya, el salmantino de adopción Miguel de Unamuno o el portugués Miguel Torga y por ello no me resulta extraña, como no me resulta extraño escuchar hablar de ella en los medios de comunicación. Normalmente, por desgracia, para mal, como estos días a propósito de los incendios que asolan parte de ese territorio que trasciende a las regiones y provincias, incluso a los dos países que participan de él. Como siempre, ha tenido que ocurrir una tragedia para que los medios de comunicación de un lado y otro de La Raya se refieran a él cumplidamente.
Acostumbrados desde hace años a que la actualidad política española se concentre en Madrid, el País Vasco y Cataluña y a que las noticias generalistas se refieran mayoritariamente, aparte de a esas tres comunidades, a las del arco mediterráneo y Andalucía, los españoles nos hemos acostumbrado también a que el Noroeste de España sea un territorio muerto desde el punto de vista informativo. Solamente cuando pasa una desgracia la prensa y las televisiones se ocupan, como ahora, de esa geografía remota, ignota y abandonada no solo desde el punto de vista demográfico y social sino política e informativamente. Ese abandono es precisamente la causa de los acontecimientos que a veces suceden en él y que tienen que ver con la despoblación, la falta de comunicaciones y la invisibilidad misma. Mientras los medios de información se fijan únicamente en lo que ocurre en Madrid y en Cataluña en este momento (antes lo fue en el País Vasco) y, a nivel social y económico, en las regiones mediterráneas y en Andalucía, el Noroeste de la Península, esa región que ni siquiera existe en la realidad, seguirá ardiendo en la invisibilidad cuando se apaguen todos los incendios que la asolan estos días ante la perplejidad de todos.
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