El sultán de Brunéi celebra a lo grande sus 50 años en el trono
Las ceremonias del aniversario de Hassanal Bolkiah, que durarán un mes, comenzaron con un paseo en carroza tirada por 50 de sus cortesanos
Da igual que su país sea más pequeño que Palestina. El sultán de Brunéi es uno de los hombres más ricos del mundo, se puede permitir festejar a lo grande el 50º aniversario de su llegada al trono. Y a lo grande es a lo grande: llegando a palacio en una carroza tirada por 50 de sus cortesanos vestidos de gala para una fastuosa ceremonia, mientras que la quinta parte de la población lo aclamaba. Así es como ha celebrado el sultán de Brunéi, Hassanal Bolkiah, su medio siglo de reinado.
El soberano quiso tirar la casa por la ventana. Y cuando la casa, o el país, cuenta con enormes reservas de hidrocarburos y gas, se puede tirar mucho. Los festejos, que comenzaron el jueves pasado continuarán, durante un mes.
El pistoletazo de salida a los festejos lo supuso el paso del sultán por el centro de la capital, Bandar Seri Begawan, aclamado por cerca de 80.000 personas, el 20% de la población de este país enclavado en la isla de Borneo. Muchas habían esperado durante horas, armadas de abanicos de papel y parasoles para soportar el calor, para ver al segundo monarca de mayor duración en el trono del mundo, solo superado por la reina Isabel II de Inglaterra. Vestido con brocados dorados, y acompañado por su esposa, la sultana Anak Hajah Saleja, y sus hijos, el soberano recorrió el centro de la ciudad en un carruaje arrastrado por 50 de sus cortesanos, vestidos ellos también con los colores oficiales de palacio, el negro y el dorado.
A su llegada al palacio, el sultán insistió en un discurso que “la responsabilidad del rey es hacia su pueblo, y el pueblo tiene una responsabilidad hacia el rey”, según Reuters. “Juntos, el rey y el pueblo guardan la confianza de la nación”. Los vítores y los gritos de “Larga Vida a su Majestad” solo fueron el comienzo.
El viernes, el soberano presidió un banquete de gala, con la presencia de representantes de otras familias reales y dirigentes de países vecinos, como la birmana Aung San Suu Kyi o el filipino Rodrigo Duterte. Las actividades de conmemoración continuarán con la inauguración del primer puente de suspensión por cable del país y un nuevo parque.
Heredero de una dinastía de más de siete siglos de antigüedad, Hassanal Bolkiah llegó al trono en octubre de 1967, tras la abdicación de su padre, el sultán Omar Ali Saifuddien. Tras la crisis del petróleo de 1973, y los precios desbocados del crudo, se convirtió en el hombre más rico del mundo. A lo largo de una década encabezaría la lista de millonarios mundiales de la revista Forbes, un puesto que la crisis financiera asiática en los años noventa y los derroches familiares se encargarían de ir rebajando. Aunque no es que tenga dificultades para llegar a fin de mes: se calcula que su fortuna supera los 16.000 millones de dólares (unos 13.600 millones de euros).
En cualquier caso, los festejos de ahora no son lo más extravagante que el sultán ha llevado a cabo durante su largo mandato. El hombre que controla las cuentas de su país y que es dueño de la exclusiva cadena de hoteles Dorchester ocupa el mayor palacio de la tierra. Su mansión de cúpulas doradas cuenta con 1.800 habitaciones, cinco piscinas, una sala de banquetes con capacidad para 5.000 comensales y una mezquita que da cabida a 1.500 fieles, además de caballerizas con aire acondicionado y un garaje para un 5.000 automóviles. Porque el sultán es un enamorado de los coches de lujo. El Libro Guinness de los récords le incluye como el propietario de la mayor colección privada de Rolls Royce.
Pero aunque le guste hacer ostentación de su riqueza, este soberano absoluto, infalible según la Constitución nacional, es muy popular en su país gracias a medidas como una sanidad gratuita o el que sus ciudadanos no tengan que pagar impuestos.
Esa popularidad es menos entusiasta en el extranjero, donde se recuerdan escándalos como las acusaciones de Miss Estados Unidos 1992, Shannon Marketic, de haberla secuestrado y utilizado como esclava sexual durante un mes, que quedaron en nada debido a la inmunidad del sultán. O la imposición de la ley islámica, la Sharia, desde 2014 en todo su país. No es posible consumir alcohol ni, desde 2015, celebrar en público las Navidades.
Aunque los fastos pueden estar tocando a su fin, y no solo porque esté previsto que las reservas de gas e hidrocarburos vayan a agotarse en un par de décadas. Los bajos precios del crudo de los últimos años han hecho de este país el único de la ASEAN, la asociación de naciones del sureste asiático, en recesión durante los últimos tres años. Una situación que ha empujado al sultanato, política y económicamente, más cerca de China.
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