Dragones
Han vuelto. Ahora se alimentan de todo lo que les lanzan las doncellas, los mozos, las damas y los caballeros por la boca del inodoro
Cuentan que en casi todas las culturas de la tierra han existido los dragones. Están, por ejemplo, el afable dragón del horóscopo chino, o la impresionante serpiente emplumada Quetzalcoatl de la tradición prehispánica. Están los dragones de la Europa medieval, hijos de diferentes mitologías. La eslava los sacaba de un mundo subterráneo, y los cristianos, del imaginario del Apocalipsis. Dragones para todos los gustos han asombrado a niños y adultos al ser evocados en historias tenebrosas a la luz de la hoguera, o proyectados en las pantallas del cine, la televisión o los videojuegos. Los dragones nos han rondado durante siglos apareciendo en pinturas, esculturas, gárgolas o emblemas. Su majestuosidad, su gigantesco porte, su intimidante presencia, han adornado las mejores leyendas. Lo sorprendente es la capacidad de estos bichos para reinventarse y retornar a una nueva existencia. Lo confirmo, vuelven a estar entre nosotros, de sus bocas ya no salen chispas de azufre ni fuego, ahora exhalan un hedor repugnante que supera en intensidad al que salía de la boca de sus ancestros con reflujo. Sus nuevas guaridas son las alcantarillas, la superficie de sus escamas está hecha de toallitas húmedas y grasa putrefacta solidificada. Esa piel endurecida y rugosa les da un aspecto tenebroso, adquieren tamaños sorprendentes, uno de los que habita en las alcantarillas de Londres dicen que pesa 130 toneladas y mide 250 metros. El de la ciudad de San Sebastián mide 100 metros, y el descomunal de la ciudad de Valencia nos atemoriza con su kilómetro de longitud y sus 1.000 toneladas. Son dragones que se alimentan de las múltiples ofrendas de toallitas, compresas, tampones, preservativos, bastoncitos del oído, aceites y mil cositas más que les lanzan las doncellas, los mozos, las damas y los caballeros por la blanquecina boca del inodoro. Los nuevos dragones del subsuelo rugen con fuerza quebrando las tuberías, colapsando las depuradoras e inundando las calles con aguas fecales. Impresiona su densidad y su porte, superan todas las expectativas mitológicas. El monstruo del lago Ness se siente minusvalorado, le ha costado mucho permanecer en el imaginario actual de las leyendas, y ahora, estos dragones advenedizos lo están desplazando. Una empresa planea abrir una ruta turística que recorra sus principales guaridas para hacer las delicias de los curiosos. Un grupo de caballeros buzos indignados sigue la estela de san Jorge y quiere aniquilarlos. Dicen que estos bichos anuncian el fin de las ciudades y el regreso al orden oscuro de las cloacas.
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