Cuando mi gato quiere ser paracaidista
¿Qué debo hacer si mi mascota se cae por la ventana?
Bubu se cayó por la ventana en algún momento de la madrugada. José Antonio Álvarez, su dueño, no lo tiene muy claro porque ocurrió mientras dormía. En pleno mes de julio de 2017, con noches de 30 grados, había dejado abierta la ventana del salón de su piso en el madrileño barrio de Chueca, en Madrid. Una leve brisa movía las cortinas y Bubu, un gato Bombay de dos años, no pudo resistirse al seductor vaivén de las telas. Se lanzó a por ellas. "Desde muy pequeño ha demostrado pericia subiéndose a las alturas”, apunta Álvarez. Esta vez sus destrezas fallaron y se precipitó al patio desde un tercero.
José Antonio, a quien su familia y amigos conocen como Pepo, lo descubrió al poco de levantarse. Bubu no apareció para pedir el desayuno. Tampoco respondía a su llamada. Tras buscarlo por sus rincones favoritos, miró hacia la ventana. Se asomó al patio temiendo lo peor.
"Allí estaba, acurrucado en una esquina. Lo llamé y comenzó a maullar”, relata su dueño, gerente de un hostal en el centro de Madrid. "Cuando lo recogí estaba temblando, le costaba respirar. Tenía muchas babas y había algo de sangre en el suelo”, continúa. Bubu no se movió del lugar en el que cayó porque era un espacio cerrado. La tendencia habitual es que, si su cuerpo se lo permite, el animal busque refugio. "Los caídos no suelen quejarse, no quieren hacer ruido porque se encuentran en un ambiente distinto al suyo y buscan pasar inadvertidos", explica Salvador Cervantes, veterinario de la Clínica Felina de Barcelona, uno de los centros especializados en gatos más grandes de España. Si el gato no está a la vista hay que buscarlo bajo todos los coches, e incluso dentro de los portales. "No se van muy lejos y si tienen oportunidad, se meten en cualquier portal oscuro si encuentran la puerta abierta. ", asegura Cervantes. "Normalmente, los dueños acaban encontrándolos".
Buena parte de estas caídas se producen cuando comienza el buen tiempo. "Cuando empezamos a abrir las ventanas hay más posibilidades.También cuando dejamos a nuestro gato a cargo de otra persona que desconoce la temeridad de los felinos", explica Gema García, veterinaria del hospital veterinario Los Madrazo, en Madrid, centro al que Pepo llevó a Bubu tras rescatarlo del patio.
"Lo recogí sin pensarlo dos veces. En casa lo puse en el suelo para comprobar si andaba con normalidad”, explica Pepo. Lo correcto para Cervantes es tapar al gato con una toalla y envolverlo como un burrito, antes de levantarlo. "Es necesario tomarlo como una sola pieza y no hacer presión sobre ninguna parte del cuerpo. En YouTube hay tutoriales que muestran cómo aplicar la técnica del burrito en el animal. "Si se tiene a mano el transportín”, añade, "conviene introducir a la víctima en él, con cuidado, y trasladarlo a la clínica o al hospital veterinario lo antes posible". No es recomendable darle de comer o de beber. "La anestesia puede provocar vómitos que produzcan un ahogamiento. También es posible que si come, el pienso se refleje en la radiografía y el veterinario lo confunda con algún daño interno", concreta. Si de todas formas el gato come o bebe, hay que que comunicárselo al especialista".
En la clínica
"La veterinaria me dijo que Bubu había tenido mucha suerte", cuenta Pepo. Lo primero que hace el sanitario al recibir al caído es una exploración manual. “Hay que palparlo y auscultarlo”, concreta Cervantes. La cabeza es la parte del cuerpo que más golpes se lleva. El experto comprueba los reflejos del felino. También revisa la boca para verificar que no tenga colmillos rotos y que no se haya partido el paladar. La mayoría de la veces suelda solo, pero a veces, la apertura en el cielo de la boca es tan grande, que es necesario operar. A continuación tienta el torso y las patas. "Comprobamos su respiración. El daño más habitual es el neumotórax, una lesión que provoca la entrada de aire en la pleura, una membrana que recubre los pulmones, lo que impide que estos se expandan, y el gato no respire bien”, describe el experto. La vejiga puede salir mal parada en la caída. "Si está llena puede reventar con el impacto, aunque en 20 años de carrera no me he encontrado ningún caso, por suerte”, detalla Cervantes.
La exploración manual debe ir seguida de una radiografía. "Ahí observamos si de verdad hay o no neumotórax y comprobamos la integridad de la columna vertebral y la vejiga”, explica Cervantes. Si queda alguna duda sobre las lesiones, es posible que el veterinario pida una ecografía. "Sirven para constatar el estado del hígado, los intestinos y el bazo”, continua.
El diagnóstico de Bubu no era muy grave. "Una herida profunda en una de las patas traseras, un derrame en el pulmón y una pequeña fractura en el paladar”, detalla Gema García, que atendió al gato de dos años tras la caída. "Estuvo dos días ingresado y una semana tomando antiflamatorio y antibiótico para la herida”, continúa. En los casos más graves, la hospitalización se puede dilatar hasta una semana. "Tuvimos una gata que sufrió un fuerte impacto en el talón de una pata y necesitó una rehabilitación de dos meses”, especifica Cervantes. Si es leve, el veterinario recomienda que se quede en observación al menos durante seis horas. García, de Los Madrazo, asegura que conviene una observación entre 24 y 48 horas. "Para ver cómo evolucionan las lesiones internas", apunta.
Secuelas
Bubu estaba prácticamente recuperado una semana después. "Sigue siendo el mismo trasto de siempre. Ahora no le dejo que se asome a la ventana”, relata su dueño. La caída, aseguran los expertos, no deja secuelas psicológicas en el animal, pero sí que potencia la prudencia, sobre todo los adultos. Los jóvenes no pierden esa pasión por las alturas. "Las estadísticas nos dicen que los que tienen pocos años suelen ser reincidentes", apunta Cervantes. "La mayoría de las víctimas que nos llegan son gatos de menos de cinco años", matiza García, de Los Madrazo.
La etóloga Marta Amat, del Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que la motivación de estos felinos bisoños para subirse a lugares elevados y cazar pájaros es mayor que el miedo a caerse. Las peleas con otros animales, como perros, sí que les deja tocados, según Cervantes. "Hemos tenido varios casos de gatos que han salido muy mal parados tras una pelea con un perro y han tardado hasta dos años en recobrar la confianza para salir al jardín”, concluye Cervantes. Bubu y Pepo, como habitantes de un piso interior del centro de Madrid no tendrán que preocuparse por los canes, solo de no abrir demasiado la ventana.
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