Fin del culebrón que aireó la vida de la dueña de L’Oréal
La hija Bettencourt llega a un acuerdo con el ‘amigo’ de su madre
La familia de la heredera de L’Oréal, Liliane Bettencourt, ha llegado a un acuerdo para que las intimidades y miserias de la mujer más rica de Francia —tiene un patrimonio estimado en 31.200 millones de euros— y las de su entorno más cercano dejen de ser aireadas en público. Las dos figuras clave de un culebrón judicial que dura ya una década, la hija de Bettencourt, Françoise Bettencourt-Meyers, y el amigo íntimo de la heredera, el fotógrafo François-Marie Banier, acusado de haberse enriquecido de forma abusiva, han llegado a un pacto para dejar de perseguirse en los tribunales.
Los detalles de dicho acuerdo, que según el diario Le Parisien fue alcanzado en mayo, pero que solo se ha conocido ahora, no han sido revelados. Según la prensa francesa, en este pacto las dos partes han decidido frenar los procesos judiciales con los que llevan años atacándose. Para entender este encarnizamiento judicial, que también puso en aprietos al presidente Nicolas Sarkozy (2007-2012) y le costó un ministro, hay que retroceder una década. Liliane Bettencourt, que hoy tiene 94 años, sufría ya los primeros síntomas de demencia y Alzheimer. Una situación de la que se habrían aprovechado presuntos amigos y los encargados, supuestamente, de proteger sus intereses, como su abogado o su administrador, para lograr regalos y millonarias donaciones.
El proceso judicial
Eso es lo que afirmaba su familia y, especialmente, su hija Françoise. A esta le irritaba sobre todo el trato preferente que recibió Banier, al que Bettencourt-Meyers acusó de haberse hecho con casi 1.000 millones de euros, aprovechándose del deteriorado estado de salud de su madre. Para demostrar estas sospechas, logró que el mayordomo de Bettencourt, Pascal Bonnefoy, grabara conversaciones de la multimillonaria con asesores y amigos, hecho por el que el empleado acabó siendo acusado de violación de la intimidad. Madre e hija llevan años distanciadas debido, precisamente, a Banier y los otros hombres del entorno de su madre a los que la hija consiguió poner en el banquillo por desvío de fondos.
Un tribunal de Burdeos los condenó en 2015 a diversas multas y penas de cárcel. La más dura fue para Banier, condenado a tres años de cárcel (aunque solo 2,5 firmes) y una multa de 350.000 euros, más el pago de una indemnización con intereses a Bettencourt de 158 millones Sin embargo, este apeló y logró que se rebajara sustancialmente su condena, eliminando la parte de prisión en firme del fallo, al igual que la millonaria indemnización. A la par, contraatacó acusando a Bettencourt-Meyers de presionar y sobornar a testigos para que declararan en su contra.
El acuerdo alcanzado pondría fin a esa guerra de tribunales. Barnier por tanto renuncia a su acusación y Bettencourt-Meyers se da por satisfecha con la decisión de rebajarle la condena.
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