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La ‘princesa’ de los Rolling Stones

Josephine Loewenstein, esposa del contable de los rockeros, retrata en su autobiografía la vida alegre de la alta sociedad

La princesa Josephine Loewenstein y Edward White en Londres en el año 2010.
La princesa Josephine Loewenstein y Edward White en Londres en el año 2010.Nick Harvey (WireImage)

La princesa Josephine Loewenstein nunca fue una groupie, pero ha compartido con los Rolling Stones la trastienda de numerosas giras, intimado con sus miembros (en el sentido más casto de la palabra) y también conocido al dedillo las jugosas finanzas de la banda. La relación con los rockeros es una de las piezas del calidoscopio que conforma la recién publicada autobiografía de esta aristócrata, testigo en las últimas décadas de la vida alegre de la alta sociedad, de las escapadas caribeñas de la hermana menor de Isabel II, los festejos de los maharajás de la India o los escarceos de playboydel magnate Gianni Agnelli.

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Cumplidos los 86 años, esta británica que ingresó en el Gotha europeo tras su matrimonio con el príncipe alemán Rupert Loewenstein ha abandonado su habitual discreción para trazar un retrato amable del antiguo mundillo de la jet set internacional.

Los Stones tienen un protagonismo especial en el libro Wind in My Hair: A Kaleidoscope of Memories (Dovecote Press) porque el marido de la princesa —fallecido en 2014— fue el hombre que los hizo ricos. Loewenstein, según explica su viuda, no había oído nunca hablar de ellos hasta que un amigo común le pidió que revisara las cuentas de la banda a finales de los años sesenta: el éxito apenas se traducía en dinero. Después de romper los contratos de los Stones con su casa de discos y su agente, y de trasladar su residencia fiscal al sur de Francia para pagar menos impuestos, el príncipe ejerció como su contable durante 34 años.

Josephine describe a “sus satánicas majestades” como unos personajes entrañables, en especial el guitarrista Keith Richards (“amable, encantador y brillante”), quizá para contrarrestar el enfado de Mick Jagger cuando Rupert Loewenstein escribió un libro sobre su carrera como asesor financiero de los Stones. “Seré un anticuado, pero no creo que tu excontable deba difundir en público tus asuntos personales”, declaró el vocalista de los Stones a raíz de la publicación de A Prince Among Stones, en 2013.

Josephine Loewenstein cuando tenía 25 años.
Josephine Loewenstein cuando tenía 25 años.Dovecote Press

Gestor, psiquiatra y niñera

La aristócrata reivindica al tiempo el trabajo de su marido, quien a pesar de su mote Rupie el Grupie era un aficionado a la música clásica y abstemio, forzado a su pesar a permanecer en pie hasta altas horas de la noche dado que Jagger y sus colegas dormían de día y llevaban una vida “muy salvaje”. Rupert, en palabras de quien fue su esposa durante 57 años, encarnó para los Stones a “una combinación de gestor, psiquiatra y niñera”, a base de reestructurar sus finanzas, lidiar con sus enormes egos y no menor temperamento. Ilustra, por ejemplo, esta última aseveración con una escena en la que Richards esgrimió amenazador un cuchillo porque alguien se había comido su pastel favorito de carne que siempre tomaba antes de salir al escenario en los conciertos.

Pero el matrimonio también lo pasó en grande con sus vacaciones en la Costa Azul junto al matrimonio Agnelli —”aunque Gianni era el más glamuroso de los playboy, creo que Mariella llevaba mal estar casada con un mujeriego”, ha dicho Loewenstein— o las escapadas invernales a la isla de Mustique, un paraíso al que fue asidua la princesa Margarita antes y después de su divorcio de lord Snowdon. La hermana menor de la Reina de Inglaterra era “muy dulce, inteligente y leal a sus amigos”, subraya, pero también tenía “un carácter muy difícil”. “Le gustaban mucho las fiestas y estar siempre rodeada de gente”, añade Josephine sobre esa princesa que se aburría con facilidad y por eso exigía al personal que la entretuviera constantemente. El matrimonio Loewenstein también acompañó a Margarita en un viaje privado a Alemania: “Se llevaba muy bien con mi marido con quien compartía el interés por la historia y la religión, además de la sangre alemana”, ha explicado la autora en entrevistas con la revista Tatler y el tabloide Daily Mail.

Mick Jagger y las drogas

En esta última confirma su estrecha amistad con la modelo y actriz texana Jerry Hall, la segunda mujer de Mick Jagger, con la que comparte vecindario en el opulento barrio de Richmond, al sudoeste de Londres. Josephine atribuye a Hall —hoy casada con el empresario Rupert Murdoch— la despedida de Jagger de las drogas: “Creo que le dijo que acabarían empeorando su aspecto físico, y que eso bastó”.

El propio relato de la vida de Josephine Loewenstein bastaría para llenar todo el libro. La sangre azul de su marido, un príncipe bávaro cuyo linaje se remonta al siglo XV, no se correspondía con una engrasada cuenta corriente cuando lo conoció en Oxford en 1957.

La exbailarina londinense, que había pasado los cinco años anteriores disfrutando de la dolce vita en Roma, se casó a los pocos meses con el yerno menos ideal para sus padres (protestantes): “alemán, católico y sin un penique”. Rupert acabó haciendo dinero en la banca y aún consiguió mucho más de la mano de los Stones; tuvieron tres hijos y disfrutaron de una vida en la alta sociedad que en aquellos tiempos era ajena a la luz y los taquígrafos.

Josephine Loewenstein lo cuenta ahora en un libro que se guarda los escándalos de muchos de sus protagonistas, y que contiene un recuerdo especial para esa banda de rockeros que, al igual que ella, todavía siguen en pie de guerra.

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