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Columna
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Supervivientes

Un campo de refugiados es el escenario que más se acerca al espíritu puro de la supervivencia precaria y robinsona

Christopher celebra su triunfo con algunos de sus compañeros de "Supervivientes", un programa concurso de Telecinco.
Christopher celebra su triunfo con algunos de sus compañeros de "Supervivientes", un programa concurso de Telecinco.

En las televisiones se ofrecen programas-realidad donde los integrantes de un grupo de concursantes se vuelven robinsones en islas paradisiacas y remotas. Esa visión romántica del superviviente no está acorde con nuestros tiempos. Los concursantes, casi siempre urbanitas, pescan en el mar, buscan cocos, hacen fuego y realizan grotescos juegos eliminatorios. Me pregunto si los guionistas y productores no se han dado cuenta de las posibilidades de un programa auténtico, en el que la supervivencia se celebre cada instante. ¿Se han planteado mandar a los concursantes a un campo de refugiados durante varios meses? Vivir el día a día, por ejemplo, con esos miles de personas abandonadas a su suerte que deambulan por las fronteras de Europa. Dormir en tiendas de campaña precarias, pasar el día esperando a que lleguen los miembros de alguna ONG con algo de esperanza y apoyo, o las noticias tristes de aquellos países que tantos han tenido que abandonar con urgencia. Administrarse los escasísimos recursos y desesperarse junto a los que lo han perdido todo. Nuestros concursantes podrían regresar a España en cualquier momento, solo serían simulacros temporales que emularían la vida de esos infelices.

¿No les parece que a la audiencia le entretendría muchísimo ver a concursantes VIP como refugiados a la deriva en un programa de supervivencia que se emitiera las 24 horas? Dicen que esos concursos-realidad son experimentos sociológicos que hacen reflexionar a los telespectadores. En estos tiempos, hay que destacar que un campo de refugiados es el escenario que más se acerca al espíritu puro de la supervivencia precaria y robinsona.

Un equipo de grabación filmaría a todas horas a nuestros concursantes: en la cola del agua potable, buscando leña, cocinando mejunjes de no se sabe bien qué o pasando las horas sin poder hacer absolutamente nada. Sin agua corriente, sin posibilidad de ducharse o asearse, a no ser que caiga un buen chaparrón. Deberían aprovechar el agua de lluvia si no les inunda sus tiendas de campaña y lo embarra todo. Los juegos eliminatorios tal vez pudieran tener un sentido solidario y algunos días podrían ayudar a los voluntarios a construir letrinas y barracones médicos, o dar clases de español a los refugiados, pues quizás algunas de esas pobres gentes, que son millones, que malviven en todos esos campos de refugiados por todo el mundo, tengan una segunda oportunidad en uno de los países donde se habla español. Tengo verdadera curiosidad por conocer el día a día de los que habitan sin nada en tierra de nadie.

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