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Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino

La pastilla del mareo cumple 65 años

El principio activo de la Biodramina se utilizó por vez primera en el Desembarco de Normandía

Isidoro Merino
Getty Images

Si no nos mareamos en el coche o los barcos es gracias a (o por culpa de) una guerra. El pasado 6 de junio se cumplieron 73 años del Desembarco de Normandía (el 6 de junio de 1944), y 65 de la llegada a las boticas españolas, en junio de 1952, de una pastillita amarilla y amarga, responsable en parte del éxito de aquella invasión y de que en España se empezase a viajar más: la Biodramina o pastilla contra el mareo. (Nota: en junio de 2012 publiqué otra versión de este artículo, coincidiendo con una exposición por el 60 aniversario).

El Día D

Durante los preparativos del Día D, la Marina de los EE. UU. y la británica Royal Navy andaban buscando un fármaco alternativo a la peligrosa escopolamina –alcaloide presente en plantas de la familia de las solanáceas como el beleño, el estramonio o la mandrágora, también conocido como burundanga, que evita el mareo, pero también produce alucinaciones, dilatación de las pupilas (midriasis) y en dosis altas, incluso la muerte– para prevenir el mareo de las tropas en las lanchas de desembarco. El mareo provoca vómitos y te deja hecho unos zorros, pero si tienes las pupilas dilatadas no puedes apuntar un arma.

Lancha de desembarco en la batalla de Normandía.
Lancha de desembarco en la batalla de Normandía.Archivos Nacionales de EE UU

La solución les llegó por casualidad en forma de dimenhidrinato, un antihistamínico con efecto sedante que se reveló también eficaz contra la pérdida de orientación y equilibrio, sudores fríos, náuseas y vómitos que provoca en muchas personas el movimiento de los barcos y otros medios de transporte. La cinetosis, que es su término médico, se produce cuando no cuadran las informaciones que le llegan de la vista, el aparato ventricular del oído (una especie de acelerómetro como el que llevan los móviles, responsable del sentido de la posición y el equilibrio) y el sistema osteomuscular.

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En 1952, el doctor Joan Uriach, un avispado médico catalán que había oído hablar del uso que se hacía del dimenhidrinato en Estados Unidos, empezó a comercializarlo en España, con pequeñas modificaciones, bajo el nombre de Biodramina. En la década de 1960, con el bum del Seat 600 y los utilitarios, se convirtió en un fármaco estrella: las carreteras, estrechas, con multitud de curvas y puertos de montaña, se llenaron de coches que olían a gasolina donde se apretujaban familias enteras. “No estábamos adaptados para ese gran cambio. El turismo de interior empezaba a crecer, pero las carreteras eran una porquería, un desastre total. Estaban llenas de curvas. Los vehículos tampoco estaban preparados. Se llenaban de humo y con frecuencia, olían a gasolina. Viajar en coche era, a menudo, un pequeño calvario”, recuerda Joan Uriach en su libro Memorias del Dr. Biodramina.

En uno de ellos viajaba y se mareaba el pequeño Viajero Astuto, que no soportaba el sabor amargo de la entrañable pastillita. Una curiosidad: hasta los años 70, se comercializó la variedad Biodramina D, que contenía dextro-anfetamina (una droga estimulante similar a la metanfetamina que fabricaba el profesor de química Walter White en la serie Breaking Bad) para contrarrestar la somnolencia; tenía mucho éxito entre los estudiantes universitarios, hasta que la retiraron del mercado. Actualmente se elabora con cafeína.

El mismo año del lanzamiento del fármaco nace Don Bio, el personaje protagonista de las sucesivas campañas de la marca, la primera que utilizó de forma masiva los escaparates de las farmacias como soportes publicitarios. Pionera del merchandising, también hizo llegar sus carteles y folletos hasta los mostradores de agencias de viajes, hoteles, compañías aéreas y navieras, al tiempo que distribuía coleccionables, recortables y mapas de carretera.

Otros trucos para no marearse en los viajes:

  1. Ocupar los asientos más estables del medio de transporte, que generalmente son los delanteros.
  2. Ventilar a menudo el vehículo o poner el aire acondicionado.
  3. Parar a tomar el aire.
  4. Evitar leer en los coches.
  5. Escuchar música, charlar o mantenerse ocupado con algo.
  6. Mantener la vista en un punto fijo del horizonte.
  7. Conducir el vehículo: la persona que va al volante casi nunca se marea.
  8. Conducir con suavidad, evitando frenazos y volantazos.
  9. No recordar a la persona propensa que se puede marear ni preguntar continuamente cómo se encuentra: en la cinetosis influye mucho la sugestión.
  10. Tomar algún alimento sólido antes del viaje.
  11. En el mar, procurar pasar el mayor tiempo posible en cubierta, respirando la brisa.
  12. Si es posible, darse un baño en el mar: mano de santo.
  13. También hay unas pulseras, de venta en farmacias, que pretenden prevenir el mareo mediante la acupresión, es decir, la presión aplicada en un punto de acupuntura específico, el punto P6 o Nei-Quan, que supuestamente controla las náuseas y los vómitos (yo no descarto el efecto placebo).

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Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

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