De izquierdas
A Pedro Sánchez le votó una mayoría tan amplia que no se sintió obligado a pactar con las minorías derrotadas ni el programa ni las gentes que le iban a acompañar
El verano suele ser un periodo muy adecuado para este tipo de trifulcas. Quizás el cambio en la estructura del tiempo libre favorezca el fenómeno, o quizás haya razones más serias en apariencia. Pero el caso es que la izquierda suele utilizar el estío para hurgar en su identidad. Más de lo habitual, que ya es decir.
Pedro Sánchez se hizo con el partido con un mensaje: “Somos la izquierda”, que al parecer caló entre la militancia, hasta el punto de que le votó una mayoría tan amplia que no se sintió obligado a pactar con las minorías derrotadas ni el programa ni las gentes que le iban a acompañar.
Ahora, ya le toca a Sánchez explicar qué significa ser de izquierdas. Claro, que tiene un problema que no se debe a él ni a su forma de ser: no gobierna y no puede poner en marcha proyectos cuyos resultados pudiera enarbolar para justificar que sus propuestas dan resultados de izquierdas, suponiendo que sepamos ahora qué demonios es eso.
Por el momento, el PSOE ha participado en dos pactos importantes: el referido a la violencia de género y el que atañe al proyecto independentista catalán. Sobre el primero, lo más que pueden decir los socialistas es que ellos habrían ido más allá. Es poco. Sobre el asunto catalán, la declaración de Pedro Sánchez parece ser muy terminante, pero se va enredando con el paso de los días, y ni siquiera hay un consenso entre las distintas áreas de poder del PSOE sobre el significado de la nación de naciones que al parecer es España. Esperemos que este pequeño-gran lío lo resuelva Miquel Iceta antes de octubre, para el bien de todos.
En otros asuntos, como por ejemplo la huelga de estibadores, el PSOE solo ha podido ir a remolque de la situación.
De modo que todavía no tenemos ninguna pista que nos ayude a saber dónde está el carácter de izquierda del que presume Pedro Sánchez.
Quizá habría que preguntar a los sindicatos, que no son el mejor avalista de una política de izquierdas, porque ellos hacen lo que pueden en una situación en que el movimiento obrero parece estar a la defensiva.
Eso sí, Sánchez ha puesto a José Félix Tezanos al frente de la Fundación Pablo Iglesias, en lugar de Alfonso Guerra. Quizás en ese relevo podríamos atisbar más claramente el carácter de la propuesta de Sánchez. Alfonso Guerra no ha sido ningún izquierdista peligroso, pero de Tezanos lo único que sabemos es que es capaz de hacerle al jefe las encuestas que necesita.
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