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Somalia, a las puertas de su tercera hambruna La historia de Somalia va unida a la guerra, el terrorismo de Al Shabab, la piratería en el Océano Índico y la extrema sequía que ha provocado que 6,7 millones de personas, la mitad del país, necesiten ayuda humanitaria urgente. De ellos, 275.000 niños sufren desnutrición aguda severa, el estado más peligroso, aquel que les coloca a las puertas de la muerte. Save the Children atiende en centros hospitalarios y en campos de desplazados a estos niños y sus familias. Si la situación no mejora, el país se enfrentará a su tercera declaración de hambruna, después de la de 1992 y la de 2011 que dejaron miles de víctimas Fatima llevó a su hijo Hadid, de apenas cinco meses, al hospital al borde de la muerte. Ella no tenía absolutamente nada para darle de comer. En Somalia, 275.000 niños sufren desnutrición aguda severa por culpa de una sequía que ha arrasado con el ganado y con los escasos cultivos. Hadid recibe tratamiento nutricional en un hospital de Garowe, en Puntlandia, al norte del país, atendido por Save the Children. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) En Somalia, 739.000 personas han tenido que dejar en los últimos seis meses obligatoriamente sus hogares en busca de alimentos y se han trasladado a campos de desplazados como el de Hodo, al norte de Somalia. Las familias, en su mayoría mujeres y niños, levantan las chozas con lo mínimo, con trozos de tela y plásticos. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) Las mujeres más ancianas del país no recuerdan una situación de sequía igual, a pesar de haber vivido dos declaraciones de hambruna previas, en 1992 y en 2011. Mientras los hombres se mueven con el ganado en busca de pastos, las mujeres y los niños se quedan en los campos de desplazados a la espera de la ayuda humanitaria. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) Los ríos en Somalia están secos por culpa de la falta de precipitaciones desde hace cuatro años y unas previsiones que indican que en la próxima estación de lluvias, el próximo octubre, nada va a cambiar. Por ello, la situación nutricional y de acceso al agua potable puede deteriorarse de manera muy grave. De sequías cada 10 años, el país ha pasado a sufrirlas de manera anual. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) En el hospital de Garowe, en el norte de Somalia, los niños que ingresan con desnutrición aguda severa reciben tratamiento nutricional por parte de Save the Children. Además de la escasez de alimentos, la falta de agua limpia ha provocado la propagación de enfermedades como el cólera. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) Amena y sus dos hijos, de cuatro años y siete meses, sobreviven en un campo de desplazados de Puntlandia, al norte de Somalia. El pequeño sufre desnutrición y, momentos después de tomarse la imagen, fue trasladado por un equipo de Save the Children al hospital para recibir tratamiento nutricional. “No tengo nada, mis 50 cabras murieron y no hay leche que dar a los niños”, cuenta Amena entre lágrimas. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) El paisaje de los campos de desplazados de Somalia está formado mayoritariamente por mujeres y niños. Las familias se separan: los hombres camina con el ganado superviviente en busca de pastos y el resto se queda en estos campos sin ningún tipo de recurso. Entonces, la única prioridad es subsistir, salvar la vida. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) Los trabajadores de Save the Children visitan los campos de desplazados y evalúan a todos los niños para determinar quiénes sufren desnutrición y en qué grado de gravedad. Para ello, de manera periódica les pesan y miden tanto la altura como el perímetro del brazo. Los peores casos son trasladados al hospital para que reciban tratamiento nutricional que les salve la vida. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) La sequía ha matado al 65% del ganado de Somalia, principalmente cabras y camellos, lo que ha sentenciado a la miseria a la mayor parte del país, de tradición nómada. Apenas quedan animales en esta tierra asolada por la desertificación. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) La pequeña Fatuja está ingresada en el centro hospitalario de Garowe. Hasta allí la llevó su abuela (a la derecha, pañuelo de cuadros rojo y blanco) al ver que la niña desfallecía y no podía sostenerse con las piernas. Su abuela se tuvo que quedar al cargo de Fatuja y sus nueve hermanos después de que su hija y madre de los pequeños muriese por culpa de la falta de alimentos. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) En Somalia el agua es un bien primordial, pero en algunos lugares hay que excavar pozos de hasta 400 metros de profundidad para poder encontrarla. En la imagen, una mujer lucha contra el viento en el campo de desplazados de Hodo, en el norte del país. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) Después de recorrer 200 kilómetros en busca de cobijo, las fuerzas de Marian y sus dos hijos están al extremo. Esta mujer ha llegado caminando hasta el norte de Somalia huyendo de la violencia de los clanes y en busca de un futuro para sus pequeños. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN) No hay infancia para los niños de Somalia. La mayoría no van a la escuela porque las familias no tienen dinero para pagar la matrícula y porque la prioridad es la supervivencia y conseguir alimentos y agua. En la imagen, un grupo de niños recoge agua de un pozo en el campo de desplazados de Hodo, en el norte del país. PEDRO ARMESTRE (SAVE THE CHILDREN)