Mis disculpas, Javier Marías
Te llamé cascarrabias. ¿Cómo pude dejarme llevar por las hordas revolucionarias de las buenas costumbres y creer que hacías de tus manías el centro de tu discurso con suficiencia y altivez?
Querido Javier Marías, después de leer —como en mí es prescriptivo— tu último artículo Sospechosas unanimidades, he decidido contestar, más que nada porque es verano y si en invierno no tengo nada que hacer imagínate en la canícula (seguro que sospechabas que los “comicuchos” no damos un palo al agua, que nuestra vida es un JI JI y un JO JO).
Quiero, primero de todo, retractarme: te llamé cascarrabias. ¿Cómo pude dejarme llevar por las hordas revolucionarias de las buenas costumbres y los dogmas correctos y creer que —con bastante frecuencia— hacías de tus manías el centro de tu discurso con suficiencia y altivez? Está claro que sucumbí a su pernicioso influjo; se juntó la debilidad de carácter con las ganas de sentirme aceptado. Te pido disculpas, fui injusto contigo y no sabes cómo me arrepiento, ganas me dan de atizarme con un periódico enrollado en el hocico.
Al leer por partes (porque es densa y no precisamente breve) tu batallita con Cela (que seguro que te ha costado contar porque no te gusta darte pisto), solo se puede sacar una conclusión: eres un VALIENTE. O sea que cascarrabias no, valiente sí; esto queda clarinete (los jóvenes hablamos así) y no hay que darle más vueltas.
Y ahora una confesión: qué ilusión me ha hecho que me mencionaras —aunque no explícitamente— en tu artículo. Porque te refieres a mí cuando describes a un “obsesivo detractor”, ¿no? He de reconocer que hubo algo de cansineo por mi parte, pero ya se sabe que cuando el tonto coge el camino, el camino se acaba pero el tonto sigue. Pero, ¿detractor? Yo nunca podría ser tu adversario; no estoy a la altura. Ya me gustaría que lo nuestro fuera una disputa quevedogongorina, pero ni en mis mejores sueños (he de reconocer con tristeza que lo nuestro no da más de sí).
En lo que sí has dado en el centro de la diana es en mis referencias humorísticas y de hecho en mi próxima tarjeta de presentación va a poner: Joaquín Reyes, el nuevo Paco Martínez Soria.
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