Pena, penita, pena
“Ya bastante tengo con ser español”, se puede decir ahora en Cataluña, "¿de verdad me va a multar?”
Ha levantado escándalo el nombramiento del nuevo jefe de los Mossos, Pere Soler. Cómo no lo iba a hacer, si tiene Twitter. De sus mensajes en la red social se deduce que le dan pena muchas cosas, entre ellas los partidos de oposición y el resto de españoles. “Me dais pena todos los españoles”, escribió. La gente en Twitter escribe muchas veces así, en plural y dirigiéndose a millones de personas: esto ha generado problemas serios de autoestima. En su momento los españoles no supieron que Pere Soler les estaba hablando, porque en Twitter y en la vida hay mucho que hacer, pero ahora que su mensaje llega hay que felicitarse. Entre las pocas ventajas que da ser español, esta pasa a ser automáticamente una de las mayores: siempre que hay problemas con la policía, tratar de dar pena es lo primero que se hace. “Ya bastante tengo con ser español”, se puede decir ahora en Cataluña.
No hay duda de que se trata de una polémica beneficiosa para la Generalitat y sus retos socioculturales. Por una razón. Todavía hay una mayoría de gente escandalizada porque a Pere Soler se le nombre director de los Mossos a pesar de haber dicho que le dan pena todos los españoles, sin entender que se le nombra, precisamente, porque le dan pena todos los españoles. Uno de los enormes méritos del Gobierno catalán ha sido convertir las adversativas en causales, estructurando un discurso político cuya respuesta solo es el escándalo, a veces más fingido y otras menos, dependiendo del calor. Esto es debido a que el Gobierno español sigue creyendo que lo contrario de obedecer es desobedecer, cuando todo el mundo sabe que lo contrario de obedecer es mandar. Puigdemont no desobedece al Estado español, sino que manda en el suyo. Que sea una ficción poco importa si la gente se la cree, menos aún si a esos creyentes se les da despacho y mando en miles de agentes. En el nombre de una ficción, el presidente de la Generalitat da cargos de verdad: la colisión, aun inevitable, ha de ser por fuerza humorística. Es como si un ministro del Interior condecora a una Virgen por sus labores de vigilancia.
Cuando era director de Prisiones, a Pere Soler le pidieron los sindicatos que retirase la placa en honor a Pujol en la cárcel de Quatre Camins. No la retiró, ni esa ni ninguna, quizá anticipando un tiempo en el que los nombres expuestos en las entradas de las cárceles españolas no son reconocimientos, sino spoilers.
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