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Tentaciones
Digitalismos

Esto es lo que me pasó al probar en 'Happn' la nueva función de adivinar a quién le gustas

‘CrushTime’ te muestra las fotos de cuatro usuarios con los que te has cruzado. Si adivinas cuál de ellos ha dado ‘Like’ a tu perfil puedes ponerte en contacto con él/ella. A jugar

Ligar. Para la RAE, ‘atar, unir, enlazar’. Para el resto de los humanos, sacar pecho y plumaje cual pavo real delante de alguien que te ha llamado la atención con la intención de entablar algo más que una conversación. Unirse, sí. Pero de otro modo. El otro día me propusieron un reto: describir cómo se liga en Internet. Concretamente a través de una aplicación, Happn, en la que mediante el geolocalizador del móvil, consigues saber quiénes son los que se han cruzado contigo por la calle. La idea, la verdad, es que es muy romanticona. ¿A quién no le ha pasado ese flechazo físico yendo el metro? A todos. Pues eso. A mí me pasa una media de 500 veces (sin exagerar) cuando paso por la Plaza del Dos de Mayo. Total, que tras ver como gente de mi entorno lo hacía y conseguía, al menos, una cita divertida con una cerveza de por medio; me dispuse a crearme un perfil.

Puestos a jugar, porque al final esto era un juego, me creé un perfil falso con el que empezar. Y puestos a elegir, escogí ser una versión española de Mia Wallace, de Pulp Fiction, que juega sin apostar, pero apostando para ganar. Y gana. Así que os presento a mi alter ego: soy Lola Hernández y tengo 30 años. No especifico ni empleo ni nada más. Sólo ofrezco una foto (de espaldas), y una conversación. La aplicación funciona del siguiente modo: aparecen en la pantalla la foto de distintas personas que están en tu entorno, tú le das me gusta y si os habéis dado mutuamente, se da la posibilidad de iniciar una conversación por un chat. Ahora Happn también habilitará la posibilidad de escoger entre cuatro fotos. Entre ellas hay alguien a quien ya le has gustado y, si aciertas quién es, crush.

"No pongas una descripción como si fuera aquello un anuncio de la teletienda, ni pongas una foto con un colega (que encima es más guapo que tú) porque das paso a una confusión que acaba en una decepción catastrófica

Pero volviendo a la misión de Lola, que es lo que aquí importa. Así, de primeras, para alguien como yo que nunca había utilizado anteriormente una aplicación de este tipo, he sacado varias conclusiones que quiero compartir. Por el bien de la humanidad, busques lo que busques, por favor: no pongas una foto de perfil con unas gafas que claramente te favorecen, porque en las siguientes fotos sin ellas, te espantas; ni emplees esos selfies de primerísimo plano que hacen que parezca que tienes la cabeza con la forma de una pelota de béisbol, ni pongas una descripción como si fuera aquello un anuncio de la teletienda, ni pongas una foto con un colega (que encima es más guapo que tú) porque das paso a una confusión que acaba en una decepción catastrófica, tampoco te hagas una foto en el espejo como si tuvieras 15 años y estuvieras en Tuenti. Por favor. Luego también están lo que comunmente se llaman ‘hombres-gamba’, que vienen a ser aquellos que ponen la foto de sus abdominales trabajados durante horas y horas y horas… pero luego ves una foto de su cara y dices: venga, hasta luego.

La siguiente fase una vez hecha la selección es la de iniciar conversación. Y aquí sí, tímidos del mundo, que esto de ligar por Internet os va a parecer moco de pavo. Pasaron 10 minutos antes del primer mensaje. 10 minutos. Así de fácil. “Hola, Lola”, me dice un chaval. “Ey”, le respondo. Soy norteña, lo siento, incluso por chat la cosa me cuesta. Siguiente mensaje: “¿qué buscas? ¿sexo?”. Pim, pam, fuego. Me llega otro mensaje, de otro chat con, a quien he apodado como, Emilio ‘el copero’: “¿quieres una copa”. “Varias”, le contesto. Entretanto me escribe otro chico. Este parece más timidillo, de los de hablar, al menos, del tiempo. Así que así se inicia la conversación sobre el calor hace en Madrid estos días, que qué haces en la capital, a qué te dedicas, todo eso. El tipo es de Brasil y anda en la capital porque está estudiando un máster. Supongo que esto fuera de la pantalla sería ese momento en el que alguien se te acerca, iniciais una conversación (normalmente con copa de por medio) y todo eso. Me cuesta enlazar vida real y pantalla, aquí todo va más rápido. Mucho más rápido.

Estaba yo cogiendo el metro de vuelta a casa cuando me escribe Emilio ‘el copero’. Yo debo de ser una millenial rara, o rara a secas, pero a mí todo esto me cuesta un poco. Colorada perdida, pienso: sigue con el juego. Y sigo. Así que así transcurre la conversación:

-Emilio ‘el copero': ¿Cuándo nos vemos?

-Lola: Hoy mismo, por ejemplo.

-Emilio ‘el copero: ¡Venga!

-Lola: ¿Cuándo te va bien?

-Emilio ‘el copero: Disponible al 100 % para unas cañas.

-Lola: Pues… ¿sobre la tarde-noche?

-Emilio ‘el copero’:¿Dónde? Te dejo mi número.

Y me deja su número. Y ya está. Así de fácil. De verdad que yo entiendo que debo de tener una mente un tanto extraña, pero por un momento me imaginé a dos chavales de la Edad Medieval haciéndolo de este modo. ¿Te lo imaginas?. Bueno, en realidad tampoco me tengo que ir tan lejos. Mis padres. Me encantaría ponerles un día con el móvil en las manos y que utilizaran una aplicación de este tipo. La última vez que quedé con un chico me preguntaron si me había sacado a bailar. De esta guisa. La verdad es que yo tampoco entiendo dónde quedó eso de darle en una servilleta cutrona con tu número al tipo con el que te has tomado una copa, o has bailado, o lo que sea, cuando estás de fiesta en un garito sabiendo que, probablemente, ese papelito se pierda. O ese “te hago una perdida” y así se te queda ya guardado, y te la juegas a que nunca más vuelvas a saber de él. O sí.

Las cosas cambian, señores. Y qué rápido. A lo mejor yo soy una anciana encerrada en un cuerpo de millenial, o una sosa de cojones, quién sabe. Siendo honestos, todo apunta a que ambas cosas. Después de mucho tiempo negándolo, tengo que admitir que incluso para conocer a gente soy una absoluta intensita. Qué queréis que os diga, pero yo sigo prefiriendo ese “sí, me sacó a bailar”, y jugármela a no volver a vernos, antes que, como si fuera en un videojuego, pasemos a otra pantalla. Ya me entendéis. Pero quizás a vosotros sí os funcione, y entre mensaje y mensaje conozcáis a alguien. Una Lola, una Mía, que os saque a bailar y os diga ese: ‘i fucking love this song’. Y ya está. CRUSH.

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