Silencio roto en el AVE
El coche-silencio del AVE se creó con el fin de que los viajeros que lo eligieran pudieran viajar tranquilos mientras leen, estudian o duermen. Sin embargo, algo está fallando. Escojo este vagón varias veces al mes y nunca faltan viajeros que hablan todo el tiempo entre ellos o a través del móvil. Y cuando otros viajeros les recriminan, se producen escenas que a menudo resultan violentas. En mi caso, hace unos días, un viajero parlanchín me respondió “nos vemos cuando bajemos del tren y ya verás” tras recordarle de forma discreta que estábamos en el vagón-silencio. Quizás este problema se solucionaría si el revisor recordara, al iniciar el viaje y tras cada parada, que ese es el vagón del silencio y que aquellos que no saben respetar este bien pueden cambiar de vagón.— Javier Sempere Pérez. Elche (Alicante).
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